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En junio de 1944, y ante la perspectiva de que las grandes operaciones militares en el Pacífico presagiaban una inminente derrota japonesa, las autoridades estadounidenses encargaron a la antropóloga Ruth Benedict un estudio cultural sobre las normas y valores de la sociedad japonesa. El resultado fue El crisantemo y la espada.
No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex, desespérame.
Caricias inquietas
Naceré caricia
como alas de mariposa
inquieta, vibrante
crisol de colores
de mar y de sangre.
Naceré caricia
aleteando entre dos vidas
en vientos de placer
huracán desatado
por diez lápices pintores.
Naceré caricia
en el cáliz de tus manos
creando nuevos amores
de luces deslumbrantes,
formas imposibles…
y arcoíris inquietantes.
(JMPA Pink Panzer)