Entre la nada… Tiempo de solitud.


Lo único que se necesita para que el mal prospere, es que las buenas personas no hagan nada… y el mal, ávido de almas esclavas, se crece entre la nada.

(Uniendo una idea de Edmund Burke y… Pink Panzer Korps)

Enfermo de amor.

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© Pink Panzer Korps

   En una lejana ocasión, siendo alumno de cierta academia militar, una carta llegó para congelar de golpe el presente y futuro de uno de mis más cercanos compañeros de pelotón.

   Perdidos en las alturas de los Pirineos y en la cuarta noche de maniobras, Roger, mi amigo y compañero de tienda de campaña, no regresó a dormir. Horas antes ya sabía que algo no iba nada bien. Esa misma tarde, los encargados de la estafeta repartieron el correo y él fue uno de los pocos «afortunados» que recibió el habitual sobre blanco lleno de sellos y matasellos con su nombre escrito a mano. Aún siento nostalgia por aquella forma tan bella de comunicarnos y es algo que sigo practicando en ocasiones especiales.

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© Pink Panzer Korps

   A Roger ya no lo vi en la cena. Extrañado y preocupado, me quedé por fuera de la tienda esperándole, mientras el frío empezaba a congelarme los pies dentro de mis buenas botas de Infantería de Marina.
Mentir, un verbo que no se conjuga nada bien dentro del ejército. Mentimos en el recuento de retreta, peor aún, en una arriesgada cadena de favores, dos compañeros me cubrieron en el engaño y salí del campamento a cara o cruz, con la sola intuición de haber pasado una parte de nuestro pequeño tiempo de descanso al borde mismo de dos atardeceres, fotografiando juntos un pequeño lago alimentado por el deshielo de la nieve que se acumulaba en la cara norte de la montaña. Una hora antes de la media noche me puse en marcha hacia el lago pero, lo que a la luz del día no era más que un paseo de media hora, por la noche y bajo la tenue luz de una luna aún creciente, el camino me llevo algo más de una hora. Parte del tiempo lo invertí en dejar marcas en puntos complicados para poder regresar sin equivocarme entre sendas y pedregales… ya saben ese bonito refrán que sentencia que para un gato, todas las noches son pardas… o algo así.

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© Pink Panzer Korps.

   Por fortuna para los cuatro implicados en aquella nocturna locura, Roger estaba allí y no le culpo. Si algún lugar merecía ser el altar para sus lágrimas, aquella maldita roca en el culo del mundo era una seria candidata al puesto de honor. Desde aquel mirador natural podíamos ver el lago, como una inmensa hoja de acero reflejando la cortante luz de la luna, un hipnotizante espectáculo que calmaría a cualquier corazón herido. Sí, sin duda aquel era el mejor altar disponible en cientos de kilómetros a la redonda.

   No hubo palabras. Me acerqué rompiendo el silencio que nos rodeaba tropezando con mis botas en el pedregal que dormía bajo mis pies. Él rebuscó al instante en el bolsillo izquierdo de su pantalón y me entregó un papel de carta fuertemente arrugado. Allí mismo, con mis dieciocho años y él con veinte, una lluvia de realidad nos golpearía a los dos llorando por una novia que se quedaba con cinco años de vida comprimida en un sobre.

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   De acuerdo, nada es para siempre y el amor fue un trozo de hielo entre sus cuatro manos. Frío y escurridizo en la distancia, alguien se olvidó de la lealtad que su pareja se merecía después de acompañarse durante más de un lustro. El caso es que solo quedaba un jodido y miserable mes y medio, cuarenta y cinco días para terminar nuestro primer año de academia pero su novia decidió zanjar la relación con una Epístola a los Romanos...

   Ayudado por la vacilante llama de mi Zippo, conseguí leer aquella docena de líneas de pulcra, cursiva y casi perfecta caligrafía. Doce, solo doce renglones bien alineados para decirle a mi amigo que… ya no le quería, que la distancia lo enfriaba todo, que el ejército no era el futuro que ella deseaba… y un escueto y quirúrgico «lo siento» tallado en tinta de hielo negro como única despedida al final de la carta.

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© Pink Panzer Korps.

   No voy a engañar a nadie. A mis dieciocho años yo no era ningún experto psicólogo capaz de reconducir aquella situación. Yo escribía poesías desde los diez años. En aquellos momentos tenía decenas de libretas llenas de versos hablando del amor, del desamor, de mil cosas que en aquella condenada noche no me servían para nada. Recurrí al más crudo y básico de los chantajes. Ya habría tiempo más adelante para la poesía …

– Roger, amigo, no te quiero agobiar más de lo que ya estás pero nos estamos jugando la expulsión de la academia, tú, yo, Paco (nuestro jefe de pelotón que mintió «sin novedad» en el recuento nocturno) y el cabo de la patrulla de guardia al que le deberé favores hasta el final del curso. Lo de tu novia ahora mismo no se puede arreglar pero no dejes que todo nuestro esfuerzo de este año se vaya a la mierda. Somos cuatro compañeros que tendremos muchos problemas si nos descubren… Venga, Roger, vámonos al campamento y hablemos en la tienda, hasta el amanecer si eso es lo que necesitas, o me callaré como una piedra si lo que quieres es silencio, pero, hazme caso esta vez y regresa conmigo o nos vamos a cubrir de mierda hasta las cejas…

Pink, -me dijo Roger arrancando a llorar- ¿Cuando escribes tus poesías, deja de dolerte el corazón?

   Roger lloraba, casi balbuceaba con cada sílaba pronunciada y aquella voz quebrantada me llegaba como un puñal adueñándose de mi estómago. Su pregunta guardaba muchas más vivencias compartidas de las que sus pocas palabras dejaban intuir. Roger y Pink llegaron aquella noche agotados a su tienda. Rozando ya con nuestras cabezas el frío del amanecer, aún tuve tiempo de coger mi libreta y mi inseparable Franbel Nº4 para escribir todo lo que aquella larga noche se merecía no terminar entre la nada.
¿Cuando escribes tus poesías, deja de dolerte el corazón? Me duele si no escribo lo que ahora mismo me haces sentir… escribo para no ser ese papel en blanco que no encuentra su historia, escribo para no olvidar ni ser parte del olvido.

-Enfermo de amor-

El amor, de pasión entreverado
en el andén miraba extrañado
fugaz, nuestro vagón desenfrenado
enfermo de tiempo, de horas saturado.

Corazón en soledad abandonado
ya no siente, en dolor cicatrizado
se muere sin olvidar el pasado
esperando el cáliz de su abrazo.

Dos de dos, ayer un río agotado
y hoy, dos de dos, eres luz y luna
en roca y abismo trasformado.

(JMPA Pink Panzer Korps 1981 recordando a dos de dos)

Pink Pearl eraser.jpg    Aclaración de PinkPanzerYorch: A pesar de ser la intérprete femenina del vídeo (Lara Fabian) la que llevó a esta canción a lo más alto con su inolvidable versión, en mi traducción y por respeto al texto original, el que narra la historia es un hombre. Primero porque fue un hombre (Serge Lama) el principal escritor de la historia (su propia vivencia personal) y primer interprete de la misma. En segundo lugar, porque fue en su voz cuando la escuché por primera vez a mis trece o catorce años, en un alucinante disco en francés que mi hermana mayor usaba para sus clases… y en tercer lugar y como me viene sucediendo desde el principio de mis tiempos, aquella noche en Los Pirineos, mi cerebro unió piezas, ató cabos y la canción regresó a mi memoria para intentar ayudarme a comprender a un corazón terriblemente enfermo de amor. Aquella noche murió un amor, nació una poesía y se forjó una indestructible amistad, aún viva en su ausencia.

«Je suis Malade»
Letra de «Je suis Malade» Traducción libre «poetizada» by Pink Panzer Yorch –

«He dejado de soñar, he dejado de fumar, ya ni siquiera tengo un pasado.
Soy feo sin ti, estoy sucio sin ti, como un huérfano desamparado.
Ya no tengo ganas de vivir mi vida, mi vida se detiene cuando tú te vas.

Ya no tengo más vida, e incluso mi cama es como una estación de tren cuando tú te vas.
Estoy enfermo, completamente enfermo, como cuando mi madre solía salir por la noche y me dejaba solo con mi desesperación.
Estoy enfermo, completamente enfermo, no se sabe cuándo llegas, no se sabe a dónde te vas… y van a ser dos años ya, que todo poco te importa.

Como a una roca, como a un pecado, estoy pegado a ti.
Estoy cansado, estoy agotado de fingir felicidad cuando están ahí.
Bebo todas las noches, y todos los whisky para mí tienen el mismo sabor, y todos los barcos llevan tu bandera, no sé a dónde más ir, en todas partes tú estás.
Estoy enfermo, completamente enfermo, derramo mi sangre sobre tu cuerpo y soy como un ave muerta cuando tú duermes.

Estoy enfermo, completamente enfermo, me has privado de mis cantos, has vaciado todas mis palabras, sin embargo yo tenía talento antes de conocerte.
Este amor me está matando, si esto continúa, moriré solo, sin compañía, cerca de mi radio como un niño idiota escuchando mi propia voz que cantará:
Estoy enfermo, completamente enfermo, como cuando mi madre solía salir por la noche y me dejaba solo con mi desesperación.
Estoy enfermo, eso es, estoy enfermo, me has privado de mis cantos, has vaciado todas mis palabras, y tengo el corazón completamente enfermo rodeado de barricadas… te oigo… estoy enfermo…»

«El amigo se ha de poseer en el corazón y el corazón nunca está ausente».

(Cartas de Séneca a Lucilio, Carta XXXIX)

Nota de Pink, palabra de Panzer: La palabra «Solitud» en el diccionario de la RAE.

18 pensamientos en “Entre la nada… Tiempo de solitud.

    • Comentarios como el tuyo son los que nos animan a seguir escribiendo. Disfruta de la canción… es una de las más bellas que guardo en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta, justo al lado de mi corazón. Un beso de regreso.

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  1. No deja de doler, pero duele menos si lo escribo.
    Y el nudo que atenaza mi garganta
    Es menos prieto.
    No deja de doler pero alivia
    Sacar cada palabra de mi pecho.
    Quema el dolor aunque lo escriba
    Pero el lápiz es calmante en mi herida.
    No deja de doler aunque esta noche
    Desgarre mi papel la poesía.
    Gracias por seguir escribiendo.
    Y por volver.

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  2. El amor es una grave enfermedad,
    que duele por dentro como una herida
    y duele por fuera como algo físico.
    La poesía es un analgésico para ese dolor,
    escribir libera el alma,
    los versos son el llanto de las palabras
    que se aúnan con las lágrimas derramadas
    para aliviar la congoja del corazón.

    Una historia preciosa a pesar de la triste situación. ¿Quién no se ha sentido morir al ser rechazado? pero hemos seguido adelante, reparando el corazón como buenamente hemos podido. Solo he tenido dos grandes amores, el uno cuando prácticamente era una niña, con quien me casé y otro en la madurez que nunca llegará a nada. Y los dos me han roto el corazón… ¡No más!
    Un beso, Pink y gracias por la ternura que se adivina en tus escritos.

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    • No es bueno renunciar, a nada y a nadie sin antes darnos la oportunidad de probar, admirar, valorar, querer o amar llegado el momento, querida Estrella. Tu corazón late y ahí sigues, escribiendo hermosas poesías de amor… y se necesita vivir el amor, para escribir como tú lo haces.
      No digas «¡no más!»… piensa mejor en un «se lo que quiero» y a partir de ahí, como una hermosa mujer madura que eres, sabrás disfrutar de la vida y del amor nuevamente.
      Besiños y gracias por tus poesías y por ver la ternura en mis palabras, porque es sincera, la ternura que tú te mereces.

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    • Y tanto que te suenan. Gracias amigo Vicente por levantar esta liebre. Como podrás ver, mi ritmo de publicación es bastante lento. En ocasiones me gusta unir frases de otros autores y continuarlas con un final de mi propia cosecha. Esta entrada empezaba así (separada una frase de otra por mis típicos puntos suspensivos) y la tenía en borrador por el tema de la autoría. Al investigar, la frase mutaba en múltiples versiones y se le adjudicaba a Burke, a Wells e incluso figuraba como anónima. El caso es que lo dejé para más adelante y muchos meses después, al retomar de nuevo la entrada, ni reparé en la labor de investigación aplazada.
      Gracias de nuevo por ponerme sobre la pista. Lo más probable es que sea de Burke y así lo hago constar desde ya.
      Un abrazo de sincero agradecimiento.

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  3. Me encanto!!! el relato, el poema, los detalles, la fotografia…hermoso post; cuando escribo mi corazón calma su angustia, suaviza la tristeza de la distancia con mis afectos, las palabras escritas me acompañan adornando mi soledad…

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    • Muchísimas gracias, Leila, por dedicar tiempo a leer con calma mi historias. Apreciar los detalles ya dice mucho más de tu forma de ser y es verdad, el corazón mitiga su angustia volcando en la escritura sus experiencias…
      Hermosa soledad la que adornas con tan buen gusto. Un fuerte abrazo.

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    • Éramos muy jóvenes en otra época, con espacio de sobra en nuestro día a día para el romanticismo… Hoy nos resistimos a contaminarnos por esa vorágine de la inmediatez que devora el mundo. Él ya no está pero su recuerdo sigue siendo tan real y valioso como su compañía en aquellos años.
      Ternura, bondad… me encanta que te encante.
      🌹🌹🌹🌹

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