«Cuenta la leyenda que en el Reino de Korps, un barquero cruzaba palabras al otro lado del río. Durante el viaje, ebrias de amor, las palabras se unían para crear otras nuevas, extrañas, nunca pronunciadas, que nacían al rozar la orilla…»
∼
∼
Je vole (Vuelo)
Mes chers parents je pars,
Je vous aime mais je pars.
Vous n’aurez plus d’enfants, ce soir.
Je m’enfuis pas je vole,
Comprenez bien je vole.
Sans fumée sans alcool je vole, je vole.
Queridos padres, me voy
Los amo, pero me voy
No tendrán sus hijos más al anochecer
No huyo, vuelo
Comprendan que vuelo
Sin fumar, sin alcohol
∼
No Huyo, Vuelo…
Con diecisiete años y después de 22 horas de viaje en tren, me enfrenté al primer gran reto de mi vida. Éramos 13.000 aspirantes para rompernos los huesos peleando durante, tres largos días de pruebas por apenas 900 plazas en aquella fría Academia Militar, academia que muchos años después, para vergüenza de mucho General metido a político sin honor, perdería su lema escrito durante años por los alumnos en la falda del monte Constampla.
El primer día, en la prueba de resistencia, mientras adelantaba en la pista de atletismo a jovenzuelos como yo que ya iban prácticamente al borde de la asfixia camino de la lejana meta, me di cuenta que aquel reto estaba allí esperándome y era alcanzable. Llegué el primero de mi tanda dando gracias a la buena genética de mis padres, maldiciendo a los curas por tanto tortazo sin sentido y agradeciendo a los mismos malditos curas que, observando mis aptitudes desde pequeño, las explotaran para convertirme durante tres cursos en un revienta trofeos en los campeonatos de atletismo entre los colegios de mi región… Aquella experiencia previa hizo que las durísimas pruebas físicas de selección fueran para mi casi una diversión. Gran parte de los aspirantes (aspirinos nos llamaban) se marcharon para su casa al final de aquel día.
Que enorme contraste ver en aquella primera noche a muchos de los que dormían en mi barracón, cabizbajos, desilusionados, preparando su maleta antes de irse a dormir. Todas las pruebas físicas eran eliminatorias. Si no superabas una, te ibas a casa, sin más explicaciones, sin segundas oportunidades. Una carrera de resistencia, otra de velocidad (mi disciplina en el colegio), saltos, flexiones, lanzamientos, cuerdas, natación con salto de trampolín incluido, reflejos, equilibrio… Algunos participantes nunca conseguiré entender que demonios hacían allí y si en alguna ocasión habían jugado a algo que les hiciera sudar, aunque solo fuera un poco. Sin embargo, otros era buenos, muy buenos, tanto como algunos contra los que había perdido o ganado por los pelos en competiciones escolares pero entonces ¿de donde diablos salía aquel desconocido sentimiento que me hacía sentir tan mal con su derrota?
El segundo y tercer día fueron más tranquilos. Allí ya quedaba mucha menos gente, siempre con el bolígrafo en la mano y el dni entre los dientes, de una sala para otra, rellenando cuestionarios psicotécnicos y exprimiendo las neuronas en varios exámenes de idiomas y conocimientos de todo tipo.
Veintidós horas casi eternas de regreso a casa sin ni siquiera saber el resultado de nuestro esfuerzo. Allí estaba yo, un verano de 1981 en la Alameda de mi ciudad, sentado en nuestro banco de piedra contándole a Ella mis cinco días de aventura cuando, a la carrera y casi sin resuello, un compañero de aventura me dice que, de los diez amigos que nos presentábamos de nuestra academia preparatoria, siete «estábamos dentro», y yo era uno de ellos.
La vida nos dio un vuelco. Todo y nada cambiaba a la vez. Apenas un mes y medio era el tiempo que nuestro amor tenía para rearmar sus defensas y afrontar años de duras ausencias que solo en nuestras cartas encontrarían motivos para el consuelo.
Años de decisiones que, desde el primer día, me llevaron de cabeza al cuerpo de Ingenieros de nuestro maltratado Ejército de Tierra… pero eso, eso ya es otra historia.
(JMPA Pink Panzer Korps)
∼
Necesito amor, danzar contigo cada noche. Te necesito amor, con el corazón en tus manos o en manos de la imaginación…
(JMPA Pink Panzer in love)
y ahi vamos de reto en reto y cada uno de ellos hace parte de la nueva competencia y solo los competentes brillan, no un rato, sino siempre!
Me gustaMe gusta
Ahí vamos, de reto en reto alimentando el alma, amigo Oscar. Gracias por tu bonito comentario. Un abrazo.
Me gustaMe gusta
Gracias por provocarlos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Siempre pensé que fue volando. Como sino hubieras llegado a Korps. El antes lo guardarás bajo llave. El después lo iras contando con cuentagotas cuando te venga en gana jajajaja.
Miraré de vez en cuando
Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Algunos «antes» están bajo siente candados y estaré encantado de tenerte por aquí cuando desees curiosear entre mis «después». Un placer leerte y aprender de tí. Un abrazo, amiga Margui.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jahahaha vuela vuela pajarillo jahahaha
Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y solo el más puro amor
Resiste la distancia
fortuna quien haya podido leer
Las cartas de un poeta
Me gustaLe gusta a 2 personas
La fortuna fue mía, querida poeta de los viernes norteños… Y tienes razón, solo el amor más puro resiste a la distancia.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo sé. Y sé que tú lo sabes.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pink, por fin puedo seguir tu blog por email. Yeyyyyyyyy!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegro mucho, de verdad, querida Melbag. No se que ocurre últimamente con las notificaciones de WordPress pero no andan muy finas. De todos modos, no soy de los que dan mucho trabajo. Pueden pasar meses sin venir a mi blog y no perderte nada porque publico cada vez menos… debe de ser la crisis de los cincuenta…!!! Un fuerte abrazo desde este trocito de tierra perdido en el atlántico.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¿En qué trocito de tierra estás? Bueno, tengo que ponerme al día contigo, así es que si entro tendré bastante que leer. Un fuerte abrazo para ti también, mi super héroe.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Y qué bonitas eran las cartas!
cada palabra un beso,
cada coma, un suspiro
cada punto un apretado abrazo,
puntos suspensivos para enviar caricias,
y el amor rebosando por los bordes del papel.
Estoy segura que la humedad de las lágrimas acompañaban las palabras y un conocido aroma se desprendía del sobre al abrirlo.
Los dedos temblaban al abrir la carta, y el corazón galopaba a mil por hora, mil y una veces repetidas las palabras hasta aprenderlas de memoria, emoción contenida, fuego encendido al meterse entre las sábanas…
No había leído este post, me ha gustado saber un poco más de ti. Ahora sé que eres más joven que yo y que cuando tú hacías tus pruebas, yo ya luchaba con dos pequeños monstruitos de dos patas…
Besiños, Pink.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y tus comentarios son como abrir de nuevo una de aquellas cartas, con un suspiro tras cada coma, abrazos con aroma jazmín esperado su momento agazapados entre los puntos suspensivos de las despedidas…
Muchas cartas escribí respondiendo a otras muchas que me mantenían vivo con su amor manuscrito… igual que haces tú ahora con tus preciosos comentarios.
El pasado guarda secretos y cruces de caminos… Como un detalle por tus largas visitas y tu interés, te confesaré así, sin que nadie nos oiga que, cuando tú luchabas por el futuro de tus dos «peques» y yo ya luchaba por mi hijo mayor… sin que nadie se enterara en la academia. Años duros, de cartas y amor.
Graciñas y besiños, eres un cielo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Padre joven, como yo, a los diecisiete me casé, a los dieciocho tuve a mi hija y año y medio después a mi hijo. Y hasta los dieciséis estuve en el internado… Ya ves, pasé de niña a mujer sin apenas darme cuenta de que había una juventud que vivir.
Es una pena haber perdido el hecho de escribir cartas, es verdad que existe el email pero el tacto del papel, el olor, pensar que él lo había tocado también… nunca se me ocurriría besar una pantalla, sin embargo he besado algunas cartas sintiendo palpitar a cien el corazón.
Besitos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Aún a día de hoy continuo escribiendo cartas… es verdad que lo dejo para ocasiones más especiales pero sigo escribiendo a mano todo aquello que de otra manera se enfría al no poder trasladar al papel tus emociones, esas que viajan escondidas en cada trazo de la pluma…
Padres jóvenes, querida Estrella… eso marca el carácter, ¿verdad? Al borde de los 17 empezó mi aventura.
Besiños entre cartas.
Me gustaLe gusta a 1 persona