Lápiz nocturno… el arte de amar.

«Hay ojos que te miran sin mas y hay miradas que te buscan más allá de los ojos…«

(JMPA Pink Panzer Yorch – El lápiz nocturno.)

AusenciA
Soy vaso acostumbrado a tu esencia
y el vacío duele, rompe, quiebra
el silencio que deja tu ausencia.

(JMPA Pink Panzer Yorch – El cristal del silencio.)

La mejor huella que una mano puede dejar en piel ajena, es el vello enervado por el roce de una caricia.

(JMPA Pink Panzer Yorch – El Arte de la caricia by Pink.)

Los años pasan y no me acostumbro. No me acostumbro a la ausencia, su ausencia. Tantos viajes a mis espaldas y ahora soy yo el que se queda esperando, y ese esperar araña con desesperante lentitud, la puerta de mi alma.
No hace mucho hablaba con una amiga y poeta enamorada de la luna sobre las noches en vela y ese nocturno afán por escribir que nos asalta cuando dormir no es una prioridad. A veces lo que nos encontramos son respuestas huérfanas buscando una buena pregunta que las adopte. No duermo, pero he dejado de hacerme preguntas. Me gusta más adoptar esas respuestas sin hogar que rondan mi almohada por las noches.

Ella no está. Su viaje me deja sentado sobre ese lado de la moneda donde Ella solía sentarse a… esperar.
En mi mesilla de noche, en mi mochila, en mi tienda de campaña, incluso en la playa, mi libreta y mi lápiz me han acompañado para recoger mis palabras, como un cuenco bajo la lluvia.
La última noche de desvelo, rozando las cuatro de la mañana y envuelto por el vacío inmenso de su ausencia a mi lado con su nuca perfumando la almohada, cogí mi lápiz, la libreta y comienzo a escribir «Ella es arte…» mientras mis dos perritas, con su mirada inocente me preguntan si les dejo subir y hacerme compañía en la cama…

«Ella es arte, puro arte embelleciendo todo cuanto sus dedos rozan en las paredes de mi alma.»

Y luego sueño que sueño, y el sueño me vence, soñando contigo.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Ella es Arte)

Es hora de morir… Islas delirantes.

Algunos versos del poema El barco ebrio (Le Bateau ivre) que el poeta francés Arthur Rimbaud, escribió con apenas 17 años de edad, regresaron hace unos meses a mi escritorio. Cuando era yo tan solo un colegial y mi hermana mayor estudiaba por aquellos días el melodioso idioma de La Marseillaise, un pequeño librillo de poemas de un tal Rimbaud me rompía todos los lápices… «Aprende, Yorch…» me decía mi hermana «Rimbaud con diecisiete años escribió este pedazo de poema… ¡¡¡espabila que no llegas a tiempo!!!»
Han sido unos meses de silencio pero para nada han sido ociosos. Trabajando, escribiendo como deseaba mi hermana y planificando quizás, con el oficio que te concede el haberlo hecho tantas veces, nuestra última gran mudanza familiar.

¡Yo he visto los archipiélagos siderales!
y las islas donde los cielos delirantes están abiertos al viajero.
¡Oh que mi quilla estalle!
¡Oh que yo me hunda en la mar!

Es hora de morir, de cerrar el cuaderno de viaje… quedar en la penumbra, regresar al anonimato, hacer las maletas y dejar atrás todas estas locas palabras buscando rimas en ojos ajenos, morir para nacer de nuevo en otro lugar, otro instante en una nueva misma vida.
Me pregunto que pasaría si abrieras tu diario y no encontraras a nadie allí esperándote, con todos tus recuerdos a salvo, a salvo incluso de ti mismo. Me pregunto si al abrirlo, te sintieras aún más vulnerable de lo que fuiste en aquel capítulo triste de tu primera despedida…
Me pregunto si las palabras envejecen conmigo o, como si fuesen vasijas de abrazos moldeadas, guardasen adolescentes todos mis secretos, toda mi juventud buscando su segunda parte entre el dormitar de versos viejos y el palpitar reciente de un viejo poeta en medio de la tormenta del día a día, ese goteo diario de emociones que convierte a la poesía en toda mi vida.

(JMPA Pink Panzer Korps – Es hora de partir.)


«Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo, incierto y olvidado.
Naciendo, nuevamente, en cada día.»

(Ali Ahmad Said.)

«Me dicen que nuestras vidas no valen gran cosa,
Ellas pasan en un momento como se marchitan las rosas.
Me dicen que el tiempo que huye es miserable
Que de nuestras penas se hacen abrigos
Sin embargo alguien me dijo ….
Que me amabas todavía,
Es que alguien me dijo que me amabas todavía.
¿Sería posible entonces?…»

(Letra de la canción «Quelqu’un M’a Dit» compuesta y cantada por Carla Bruni.)

Ella tiene un laberinto en su piel…

Dentro del laberinto del amor, lo normal es perderse entre sus calles y encrucijadas pero quizás lo más importante es reconocer que te has perdido y aceptar la ayuda que te prestan para salir del enredo.

Puedes entrar y perderte sin pareja y salir acompañado y puedes salir solo también… o descubrir que tres no son multitud o que entre cuatro, el laberinto no se hace tan largo y que perderse en él puede ser sumamente placentero… y si me lees, sabrás de lo que hablo, no hay que dar más pistas.

En aquella isla del mar mediterráneo, un compañero de milicias se perdió en un laberinto del que no quiso salir. Cuando me dí cuenta de su doble vida ya era tarde para el castillo de naipes que había construido. Tampoco le gustó que yo decidiera no poner ni una sola carta más en aquella montaña de mentiras, por mucho que me lo rogara con sus insistentes argumentos. No quiso hablar y yo no quise callar.

Malas decisiones. Finalmente decidió romper… pero romper conmigo. No sirvió de nada. Su mujer soltó amarras nada más enterarse de los años de falsedad en los que había vivido.

Es sorprendente, mirando ahora hacia atrás, repasar nuestro recorrido por el mundo y mi tendencia a escoger destinos perdidos en medio del mar mediterráneo y ahora aquí en el atlántico, casi rozando a esa imaginaria y poética línea del trópico de cáncer… qué curiosa coincidencia.

«Y si el mayor castigo fuera
condenarte a mentir sin vida
fingir amor, pasión con ella
borrando el color de tus ojos
devorando esa alma sin guía
para huir sin cerrar la herida.
..»

(JMPA Pink Panzer Korps – Extracto de «El ladrón y el soldado» 1982)

Otros laberintos de Pink y Korps…

«Tú me sorprendes, cada día, como muñeca mil veces en si misma escondida«

(JMPA Pink Panzer Yorch – Despedida – Je l’aime à mourir)

Luscofusco… abrazo en calma.

«Hay profundas grietas en mi corazón que, aún sin curar, dejan pasar la luz de sol, una luz que ilumina a esas otras emociones que me convierten en lo que soy.«

(JMPA Pink Panzer Korps – La libreta en mi mesilla)

La primera historia.
Tuve la gran oportunidad en mi vida de crecer desde muy pequeño en la gran casa familiar de mis abuelos, donde las mujeres fueron con diferencia, las que más influyeron y moldearon para bien, el niño que fui, la bomba adolescente que surgió más tarde y a la persona que aún hoy, con su recuerdo, siguen dando forma a lo que soy.
Mi madre, mi abuela, mi tía y segunda madre Esther, mis otras tías, mis dos hermanas, también mis primas mayores que yo… mujeres y más mujeres. Así acabé aprendiendo (eran otros tiempos, lo sé) a coser, hacer ganchillo y calceta pero sobre todo, aprendí a no tener vergüenza en recibir y demostrar el cariño, el amor por otras personas.

La anécdota celta.
Para los antiguos celtas, el número nueve era un símbolo de buena suerte. Quizás sea esta la raíz de la tradición o ritual del baño o salto de las nueve olas que se celebra en Galicia, mi tierra natal, en plena playa de La Lanzada por las mujeres que quieren quedarse embarazadas o que estando ya en cinta, quieren llevar a buen puerto la gestación de una nueva vida.
La noche de San Juan y en la Romería de Nuestra Señora de la Lanzada en el último fin de semana de agosto son los dos días, los dos atardeceres mágicos que convierten la playa de La Lanzada en un hervidero de gente en el que pasé algunos de mis mejores veranos.

El experimento.
Sergio y yo fuimos compañeros de clase en aquel oscuro colegio de curas desde primero hasta octavo de la EGB, el curso en el que, dolorosamente nos separamos. Nos convertimos también, en los «dos experimentos» de unos sesudos evaluadores de mentes que, cuando estábamos finalizando el cuarto curso, consideraron que teníamos un nivel más elevado de lo normal y directamente nos mandaron al año siguiente a sexto curso, sin pasar por quinto… eso sí que fue un puente y no el de la Constitución. ¿Se imaginan a esos dos chavales dentro de una clase de «grandes» desconocidos ávidos de bromas sobre los dos «cerebritos» recién llegados?.
Aun hoy en día, mi hermana pequeña me sigue llamando «cerebrito» de forma cariñosa aunque evidenciando bastante bien hasta qué nivel de influencia llegó aquella fase en mi vida.

Luscofusco.
Ni Sergio ni yo conseguimos hacer amigos en aquel inhóspito «sexto A». Nuestra venganza llegaba siempre con nuestras notas en cada evaluación, la única oportunidad que teníamos de volar más alto que aquellos cabro… alumnos. Los recreos apenas cambiaron. Nos reuníamos en el campo de futbol con nuestros antiguos colegas del curso anterior y así trascurrió todo hasta finalizar octavo.
La lengua gallega en aquellos años del franquismo católico y apostólico, estaba muy arrinconada, casi proscrita en las ciudades y perseguida a pescozones en nuestro colegio. Pocos éramos los que manejábamos el gallego y nosotros dos, gracias a nuestras familias, convivíamos con los dos idiomas sin ningún problema.
Jugábamos con «palabras clave» para ponernos de acuerdo cuando estábamos en clase sin que los «hostiles colegas» de curso se enteraran de nuestras intenciones.
Luscofusco era una de ellas. Significa atardecer en gallego, cuando la luz empieza a dejar paso a las sombras. A la salida de clase, bastaba una sola palabra, luscofusco, para acordar reunirnos en el taller de mi abuelo al terminar con la tarea del colegio.

Los abrazos.
Sergio era un niño de abrazos especiales. Lo supe muchos años después. Nunca tuve reparo en mantener sus largos abrazos cuando nos reuníamos o incluso al darme algún beso furtivo en la mejilla cuando, emocionados, nos veíamos tras una ausencia más larga de lo normal. Era un comportamiento tan habitual en mi casa que ponerlo en práctica en mis días de colegial, consiguió grabar a fuego en mi ser una forma diferente de afrontar lo diferente… y, ahora lo sé, Sergio sufría siendo «diferente» en aquel colegio con el férreo e inflexible control de unos curas/profesores al borde mismo de la represión. Distintos, pero iguales… En unos años tan difíciles, los dos juntos conseguimos sobrevivir con pocas cicatrices que lamentar.

La luz entrando por las grietas.
Sergio nació un día nueve del mes de septiembre, noveno mes de nuestro calendario. Bromeábamos con la «suerte doble» del «doble nueve» de los celtas y el salto de las nueve olas que escenificábamos entre risas en su cumpleaños hasta que, la venta de la casa de mis abuelos con la consiguiente diáspora familiar, añadiendo los años de instituto y más tarde los años de academia en el ejército, hizo que nuestros caminos se separaran por completo.
En los funerales de mi hermana mayor, en medio de aquella desolación en nuestra gran familia, una mirada imposible de olvidar apareció en aquel tanatorio. Unos apellidos muy poco comunes en una esquela y dos o tres mensajes intercambiados en una red social con la mano azul hicieron que alguien cogiera su coche y recorriera casi doscientos kilómetros para… estar ahí, donde se tiene que estar.
Más de cuarenta años sin vernos… nos dimos un enorme, largo y sincero abrazo y al fin me dijo:
En el colegio, tus abrazos de llenaban de calma, me daban paz… espero poder devolverte hoy aunque solo sea un poquito de la paz de tú me diste, amigo…
¿Existe alguna manera más bonita de ofrecer tus condolencias a alguien a quien respetas?

Epílogo. La felicidad infiel.

Felicidad Infiel
Llega disfrazado de invierno
el frío del silencio en mi piel
y muere de felicidad infiel
enredando en mí el silencio
de una mesilla y su cuaderno
.

La felicidad va y viene. Debe ser así pues de lo contrario, no apreciaríamos su llegada abrasadora o el abrazo frío y vacío de su ausencia. En la libreta de mi mesilla de noche he viajado en el tiempo muchos años atrás y he sonreído al casi no reconocer mi caligrafía de aquellos años… y he añadido alguna arruga más a mi corazón al leerme, recordarme, dolerme también, pues la memoria, en ocasiones me traiciona dejando parte de mí comprimido y olvidado entre dos hojas de papel teñido de involuntaria amnesia… y encontré la página que buscaba y fui feliz recordándote.

Ne regrettez jamais quelque chose qui vous a fait sourire.
«Nunca te arrepientas de algo que te hizo sonreír...»

Tus últimos versos… Las Flores del mal.

Elige bien tus últimos versos. Ellos se quedarán para explicar como llegaste y si lograste marchar en paz.
(JMPA by Pink Panzer Yorch)

(.:·)
Cinco Preguntas de Rebeldía.

Un rebelde duerme lejos de su casa. ¿Vivirás esta tarde? Y aquella voz le despierta, sobresaltado, y se aferra a la cama para no marcharse con cualquier corazón robado.
Un alma rebelde escribe versos con tinta rosa lejos de su casa y se detiene con un poema entre sus dedos apenas esbozado ¿Escribirás esta tarde? Y en la noche se desvela, asustado, porque los versos vuelan, huyen, ya no son suyos y su poema se queda roto, vacío, como barco en las rocas encallado.
¿Soñarás con Ella esta noche? Una rayo de luz atraviesa su costado, intenso y profundo, iluminando la herida que no sangra en muestra de obstinada rebeldía, insolente bajel lacerado en su última travesía.
¿Eran rosas las flores del mal? Sus pies mutaron en profundas raíces. A sus brazos les siguieron, las manos, los dedos, quebrándose ambos en cientos de tallos y afiladas espinas y luego fueron sus labios, convertidos en pétalos temblorosos añorando el agua de aquella lejana boca de mujer que espera paciente su llegada.
¿Amarás para siempre? Con Ella el «siempre» es una aurora boreal de color rosa. Pocas ocasiones tendrás en la vida para disfrutar en vivo del espléndido espectáculo de una aurora boreal y menos aún «capturar» en tu retina una de estás espectrales bellezas en un alucinante color rosa… una tarea que te puede llevar toda una vida.
Y la solución a todas las cuestiones, incluso la quinta, la más insumisa de todas las preguntas en rebeldía, encuentra su respuesta en el brillo de unos ojos de mujer, dos auroras boreales de tibio «color amor» que un rebelde persigue, allá donde esos ojos vayan.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Extracto de «Color amor de rebeldía»)

De amor muero
Que me hace daño, dolor, puede
y te extraño, mucho, también
y aun muero, de amor, mi bien
si no puedo beber de tu miel
la pasión que tu piel concede
a este viejo campeón sin laurel.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Imparable convivir.)

«Tuve la sensación de que podía caer dentro de aquellos ojos»

(Charles Bukowski)

El amante nómada… Amor inagotable.

Je suis un nomade en voyage pour ton amour inépuisable…
(Pink Panzer Yorch – El amante nómada)

Hay amor más allá de lo humano…

«espera y verás, el amor es un gran fuego…»
(Letra del tema «Mais Je t’aime»).

La carne en la rosa

Mi boca juega en tus ingles
besando una, lamiendo otra
hambre mía de una sola cosa
suspiras, sé que lo presientes
Salada, sabrosa…

La piel brilla, jadea hermosa
y pétalos tiemblan en tu rosa
hambre mía de una sola cosa
y tú suspiras, me reclamas
Salada, sabrosa…

Tu boca, anhela mi boca
ardiente de amor, celosa
y dos manos me elevan
al cielo, tu cielo en rosa
Y la carne se clava furiosa
suspiras, me reclamas
morder poesía tempestuosa
y morir en tu piel,
de amor,
salada y sabrosa.

(JMPA Pink Panzer Yorch – La carne en la rosa)

Mi portátil, mis poesías y mis tres inseparables almas blancas…

Los humanos, por desgracia, siempre tendemos a interpretar la «fidelidad» como una posesión, un dominio en propiedad que se nos adeuda y que acaba encerrado, con demasiada frecuencia, en un angosto corral de normas, reglas… un «reglamento» del amor capaz de marchitar a una flor de plástico y matar por perder una simple apuesta.
Hace casi un año que hemos adoptado un preciosa hembra de Galgo Español… La dedicaban para las carreras. Era buena corredora, por ello vivió más tiempo que otros… ahora es un cielo de cuatro patas en nuestra casa.

“Lo que te hace llorar en la vida te puede hacer reír en un poema”

(Edgardo Dobry)

L’amour est une rivière qui cherche toujours son chemin….

«El amor es un río que busca siempre su camino…»

(JMPA Pink Panzer Yorch)

Una noche más… madurez adolescente.

Hay imposibles que son simplemente invisibles.

(JMPA Pink Panzer Korps – De voluntades doblando destinos.)

Su Huella
Cada grano de vida a su lado
en la arena de mi vida con ella
añora, sueña con sentir la huella
irrepetible de sus pies descalzos.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Poesía para ELLA)

Madurez adolescente de Pink y de Panzer Korps…

«Le meilleur de la vie se passe à dire «Il est trop tôt», puis «Il est trop tard»«

«Lo mejor de la vida se pasa diciendo es demasiado pronto y después es demasiado tarde

A Gustave Flaubert, autor de esta maravillosa frase lo conocí leyendo su novela Madame Bovary. Llevo muchos años poniendo en práctica el profundo pero evidente mensaje de esta frase. La verguenza, el pudor, miedo, temor, timidez… sentimientos casi siempre aprendidos, incrustados a fuego en la niñez y que solo nos hacen PERDER OPORTUNIDADES DE VIVIR, NOS HACEN DEJAR ATRÁS LO MEJOR DE NUESTRAS VIDAS.
Gustave Flaubert destacó por su incansable y perfeccionista búsqueda de le mot juste (la palabra exacta), un estilo que marcó toda su obra y puso sobre railes a mi desbocado afán por escribir, por vivir… esta madurez adolescente y bipolar que cuenta mucho de quien soy y como es mi forma de pensar y actuar. No doy consejos; cuento cosas y dejo que quien me lea, saque sus conclusiones. Abrazos, besos y rosas. 🌹🌹🌹

(JMPA Pink Panzer Yorch – Madurez adolescente – La palabra exacta.)

Como cuando éramos niños… Spanish City.

   Al final del túnel, el agua vertía sus palabras de aliento, serpenteando entre las losas del suelo repitiendo… «Soy piedra mojada por años de espera, piedra mojada por tus lágrimas de amor, jugando a ser niños entre besos y nubes de algodón
(JMPA Pink Panzer Yorch – Agua de Poeta.) 
 
El silencio que hace daño... viajando en tus alas.
And girl it looks so pretty to me like it always did
like the spanish city to me when we were kids
girl it looks so pretty to me like it always did
like the spanish city to me when we were kids
«»Y nena, me parece tan bonito, como siempre,
como spanish city cuando éramos niños.
Oh nena, me parece tan bonito, como siempre,
como spanish city (ver nota al pie) cuando éramos niños.»»

– CULPABLE –

El miedo, por la vida o la muerte, me empuja a marchar.
El amor por mi tierra, mi alma entera, me frena, me alienta a seguir y permanecer.
Si tu silencio me obliga a elegir, quizás deberías sentirte culpable por dejar morir las palabras en tu boca, por enterrar versos en vida, por matar a esos dos poetas que tanto te molestan, el que te escribe y a ese otro que llevas dentro.
(JMPA Pink Panzer Korps – Agua de Poeta.)

Mano de Pink
(Manos de Pink, sombras de Panzer.)

Dale marcha al cuerpo antes de que el cuerpo se marche.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Pinkerfrases lápiz-darias)

Nota de Pink, palabra de Panzer: El «Spanish City» al que se hace mención en la canción, no es una ciudad española, sino un parque de atracciones en Whitley Bay, Newcastle, la ciudad de la que proviene el grupo.

Nocturno deseo… Interminable.

Deja que la sangre despierte tu alma adormecida, quizás descuidada, aletargada en la normalidad al final del día. Deja que la sangre te despierte jadeando sobre mi piel brillante, transpirando pasión con mi carne asomada al brocal de tu sexo.

(JMPA Pink Panzer Yorch. Extracto de El Brocal de tu sexo.)

Ma peau la plus secrète.

– Fuego frío –

Despacio, disfrutar del tiempo
juntos, no temas al recuerdo
no vengo a ponerte a prueba
pues hoy seré para tu piel
caricia, sirviente y esclavo

fuego frío de cayena y miel
el tiempo en mi voz varado.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Sentir la voz del tiempo.)

«Avant cinquante ans on est jeune et beau. Après on est beau.»
(Jacques Higelin)

Traducción by Pink Panzer: Antes de los cincuenta, eres joven y hermosa. Después de eso eres hermosa.
Explicación by Yorch: Juntos hemos llegado a esta estación de los sesenta y me haces inmensamente feliz, me llenas de calma.

Te doy permiso… mi mano es nostalgia.

Nostalgia… Los cuatro pronunciamos ese nombre con nuestras miradas cruzando el tapete rosa y negro de la mesa camilla. Tras varios años sin vernos, los abrazos fueron posibles en este nómada Septiembre de azul cielo, lluvias de Selva Negra y toneladas de deseo dulcemente moldeable. Hambre atrasada, hambre de aromas, de café intenso y nucas erizadas, olor a ducha reciente, cabello húmedo e incienso ardiendo consumiéndose en el hogar, entre la acogedora leña de nuestro ansiado reencuentro.

Nostalgia… Más de tres años encerrada, con nuestros secretos en su torre de Babel esperando ser liberados. Después de tanto tiempo, su evocadora presencia en aquel rincón, triste y olvidada, quiso convertir aquella velada en la noche de nuestro más privado recreo.

El juego. La nuca se eriza con solo evocarlo. Una única regla da nombre a este «pasatiempo» tan personal y tan nuestro; Te doy permiso. Se pronuncia lento y mirando a los ojos. Primero hundes los dedos en la nostalgia para luego tocar con ellos la piel que la suerte ha querido que se cruce en tu camino y luego esperas, esperas y desesperas sujetando las riendas de tu ansiedad desbocada a que ese «permiso» se deslice desde su boca… directamente a tus labios.

Te entiendo, me lees y quieres saberlo todo, que te lo explique, que te aclare aún más ese extraño procedimiento de la nostalgia, pero esa ansiedad tan cálida y sensual que ahora te quema, es hermana de la que pudimos sentir nosotros cuatro en aquellos días… porque no fue tan solo un día. Sujeta tus riendas durante algún párrafo más, ya falta poco.

Nostalgia Pink

En el gran salón principal de la casa, la hermosa chimenea estilo regencia crepita intensamente ofreciéndonos el calor que nace de su pequeño infierno de leños, mármol y barro. El suelo frente a ella se ha transformado en nuestra sala de juegos. Unos simples toallones de playa cubren y protegen la gruesa alfombra frente al hogar y es precisamente su fuego palpitante la única fuente de luz que ilumina nuestros cuerpos.

De rodillas unos y otros recostados, nuestras pieles desnudas brillan y se ocultan entre sombras de manera hipnótica. A un lado del círculo mágico que forman nuestros cuerpos, sobre una bandeja de acero pulido, nuestra querida «nostalgia» burbujea en su idioma el mantra secreto que da inicio al ritual…

Intenso como el primer beso de un reencuentro, el aroma a cacao salvaje invade la estancia y nos incita a estar aún más alerta. Nada de lo que ocurra será ni siquiera parecido a cualquier experiencia antes vivida, aunque el inicio fue siempre el mismo, los caminos a explorar siempre siempre nos sorprendían y esta vez no iba a ser diferente.

El concursante que empieza a pedir permiso, desde la perfumada primavera del primer juego, se decide mirándonos a los ojos. Entre nosotros cuatro, solo las tres palabras del «Te doy permiso» eran llave suficiente para abrir todos nuestros candados, tres palabras acompañadas por el sonido de un gran dado azul golpeando la bandeja de acero con cada turno. Impar a la izquierda y par a la derecha para contar tantas pieles como números indique el dado.

Las miradas ardían como hogueras en San Juan pero unos ojos en especial nos pedían clemencia. Es la democracia de las miradas. Elsa, si la memoria no nos fallaba, era la única que no había inaugurado «Los juegos de la nostalgia» en todos los años en los que pudimos reunirnos. Elsa a mi izquierda, Ella a mi derecha, Walter de frente esperando su momento y el primer movimiento no se hizo esperar. Las miradas no mentían y Elsa bajó delicada su mano para tomar y soltar el dado sobre la bandeja.

«Tres…» Resonó el dado anunciando el comienzo. Cuando lo deseas es fácil contar y sin demora, con dos dedos de su mano derecha toma un poco de chocolate de nuestra fuente de la nostalgia. Con eléctrica delicadeza trazó una «J» en la piel de mi cuello, muy cerca de la clavícula… «Te doy permiso» le dije y al momento cerré los ojos para sentir sus labios, su boca y su lengua borrar todo rastro de aquel chocolate, tan puro como pecador

Pequemos pues y confesemos también nuestras debilidades. La carne es débil, sí, aunque por momentos se me torne dura como el mármol de una estatua. Es sumamente difícil disimular tus emociones más pasionales cuando tienes una «antena» que está continuamente «buscando WiFi» a la más mínima oportunidad y/o estímulo que se le presenta, no se si me explico… El caso es que si yo sintonizo WiFi de forma digamos «satisfactoria», Walter la pilla con matrícula de honor, como el periscopio de un submarino, el mismísimo rey de bastos, imposible ocultarlo.

Walter descubrió el binomio oculto de su luna unos años atrás en Tenerife, cuando en plena refriega de raso y piel en la casa de la playa, un irrefrenable impulso pasional le llevó a agarrar el micro e interpretar un solo memorable en clave de «Pink» mientras los muslos de Elsa acariciaban mis mejillas y con mi lengua juguetona arrancaba de sus cuerdas vocales el punto final en aquella obra maestra de pasión y explosiones coordinadas. Memorable e inolvidable.

Aquí voy a introducir unos de mis conocidos «intermedios» para ilustrar con una nota histórica y ejemplarizante sobre el origen de mi discurso narrativo en aquel concreto momento de nuestras entretenidas vidas.
El salto más difícil de cualquier paracaidista no es el primero. Si no lo saben ya se lo digo yo, es el maldito segundo salto al vacío el que más te aterra, porque recuerdas todas las sensaciones del primero, la velocidad a la que caes y las preguntas que te haces mientras caes… El día del juego de la nostalgia sería también el segundo salto, casi un asalto a esa «normalidad» que tanto ahoga a la audacia, fuente indiscutible de creatividad. Transgredir lo que tu entorno considera «normal» exige, a lo largo de tu vida cierta dosis de coherencia en tus actos, aunque te lleve por donde otros tuercen la mirada.

¡¡¡Por la oreja de Árvak, Seis!!! – Resonó la voz de Walter como un trueno mientras yo me afanaba en contar rápidamente y ¡¡¡Sí, por todos los diablos, seis… uno, dos, tres… Yorch!!!

En esos momentos de lúdica zozobra recordé la lengua de Ella lamiendo mis ingles y lo que en ellas se recostaba, o mis labios liberando de su prisión de chocolate al lunar del pecho izquierdo de Elsa, casualmente adyacente a un hierático pezón, duro en boca como piedra de esfinge. Y pude ver la mirada sedienta, vivaz y cristalina de Walter que ya hundía sus dedos en el chocolate con lúbrica y reveladora sonrisa… y supe que el segundo salto al vacío estaba a escasos segundos de suceder.

¿Recuerdan lo de ser coherente en el discurrir de mi vida? Pueden cambiar las personas, los lugares o la circunstancias pero hay convicciones que deben permanecer inalterables para no perecer diluido entre tanta «normalidad» impuesta.

Con tu mirada provocarás su sed
hasta que su cuerpo suplique beber de tu boca…

(El manual del Arte de la Caricia por Pink Panzer Korps.)

El simple azar llevaba algo más de media hora alejando a Walter de mi parada. Todos teníamos ya marcas de chocolate repartidas por nuestros cuerpos y él mismo pudo sentir como el «mango de su sartén» desaparecía dulcemente entre los labios de Ella y de Elsa hasta dejarlo reluciente como una bola de navidad… a punto de estallar. Esta vez Walter tomó tanto chocolate con sus dedos que, adivinen, mi «herramienta del amor» debajo de aquella excitante catarata de caliente chocolate parecía Darth Vader con capa y todo…
– Te doy permiso, Walter y que alguien apague a «la nostalgia» que creo que ya no la necesitamos…

Walter y Elsa se inclinaron sobre mi vientre mientras yo me dejaba caer de espaldas en la alfombra aceptando que mi destino esa noche era ser devorado por las fieras. Mis manos buscaron y encontraron grietas por explorar con mis dedos y, afortunado de mí, mi boca se reencontró con la dulce perla de Ella, exquisito manjar que unos húmedos labios apenas conseguían ocultar. No hay nada mejor para el cuidado del cutis que el calor de unos buenos muslos tremiendo de placer…

Y hasta aquí puedo contar de esta historia, obviamente inventada, pura ficción destilada de esta mente rosa durante estos meses de intenso viaje por carretera con el concurso del único alucinógeno que me permito… la pasión. Aquí les dejo parte de mi alma enferma, enferma de poesía y, a veces, prosa.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Septiembre – Mi mano es nostalgia.)

– NO –
Tal vez no has entendido
maldito humano engreído
que yo soy un ciprés y
NO, no voy a ir contigo.

(JMPA Pink Panzer Korps – Cuando un No es NO.)

Arena negra… Molinillo rosa.

Abrasaba el sol en aquella luminosa mañana de mayo, el mes de los lirios según marca la tradición. Los Alisios soplaban en todo su esplendor poniendo en jaque a los pocos visitantes de nuestra apartada playa, visitantes que soportábamos estoicamente aquel vendaval con tal de disfrutar del sol y el mar con total libertad. En una de tantas y feroces rachas de viento, una sombrilla salía disparada dando tumbos de forma tan peligrosa como descontrolada. En un arranque de empatía solidaria, salgo disparado cual guepardo detrás de la gacela y «oh my god», ¿les dije ya que estaba en una playa nudista? Pues tengo que puntualizar que, salvo diversos juegos de pelota/pala a los que soy muy aficionado, jamás me había puesto a velocidad del rayo en plena playa y sin más atuendo que el tatuaje de mi brazo.

Bueno, hecha ya esta pequeña puntualización, regreso al punto narrativo del «oh my god» y continúo, en plena carrera ya, con un descriptivo «muslo, muslo, ombligo, molinillo, molinillo…» y todas sus posibles variaciones de tres elementos tomados de tres en tres (ah, benditas matemáticas). El caso es que alcancé a la sombrilla después de unos buenos 50 o 60 metros de excelente aceleración (según puntuaciones de los jueces de toalla) deslizándome por la negra arena volcánica mientras «My little Pink and balls» intentaban salir centrifugadas de mi cuerpo como la bolita saltarina en una ruleta de casino enloquecida.

Regresé con mi trofeo plegado debajo del brazo y después de entregárselo a una agradecida y simpática pareja de colorados viejecitos de algún país del frío norte europeo, me acerco a las toallas donde me esperan con lágrimas en los ojos mis «despelotados» amigos Elsa, Walter y mi preciosa y muy morena compañera de vida y sueños… Ella.

Walter, me importa un rábano lo creyente que seas. Ese dios tuyo tan sabio y todopoderoso se tuvo que fumar siete «petas» jamaicanos de los gordos antes de coger la bola de barro y moldear al «tontolculo» del Adán… ¡¡¡estamos muy mal diseñados!!!

Aun se reían a carcajadas cuando les di la espalda recuperando mi dignidad perdida y me encaminé hacia el mar para refrescarme el cuerpo después de semejante «sprint» detrás de la sombrilla. Al regresar junto a ellos, las risas se había tornado en miradas cómplices con un extra de picardía que reconocí al instante en los ojos de Ella.

– ¿Qué estáis tramando, chicos? . Elsa me contesta rápidamente con una gran sonrisa y me dice:
Mientras nadabas, se nos ha ocurrido que hace mucho tiempo que no hacemos una fiesta del chocolate
Y podíamos jugar al «Te doy permiso» para celebrar que volvemos a estar juntos… por lo menos hace dos años que no nos reunimos… – añadió mi amigo Walter.-
– Y Ella, sin poder aguantar las risas, añade: «Ufff, pues tendremos que comprar bastante chocolate, chicos…»
– ¿Esta noche? Les pregunté leyendo ya las respuestas en sus ojos…

Aquella noche hubo chocolate caliente, mucho, claro que sí, y regresó el juego a la casa de la playa y por supuesto, allí regreso también la «Nostalgia», tan inseparable al chocolate como imprescindible era su presencia para saborearlo… y hasta aquí puedo contar de esta historia, obviamente inventada, pura ficción destilada de esta mente rosa, enferma de poesía y, a veces, prosa.

(JMPA Pink Panzer Yorch – El molinillo rosa. )

«NO PODÍA SALIR Y, SIN EMBARGO, NADIE ME HABÍA ENCERRADO«

(Pierre Reverdy)

«Quizás me pierda en los mil trazos
que dibujas con tu luz en el mar
Quizás me pierda en tus abrazos
y convierta tu pecho en mi hogar»

Estos cuatro versos que me preceden jamás hubieran nacido si antes, este ser llamado Pink no se alimentara con la lectura del precioso poema de Estrella que, semanas atrás publicó en su blog. Estos cuatros versos se los dejé en un comentario minutos después de que «Libre» entrara en mi corazón.
Con «Libre» recordé casi de forma automática la frase que arriba os dejo de Pierre Reverdy, uno de mis poetas franceses favoritos y su mensaje (que hago mio) creo que no necesita más explicación.
Tierra, semillas, agua… Olas y olas, no importa su altura, unas detrás de otras, incansables, van dejando su cargamento de arena. Granito a granito, así es como se forman inmensas playas y este es mi granito de arena, una historia de playa, de amor, de risas e intensas experiencias que generan más risas, más amor, más vida. Escribir nos mantiene vivos pero sobre todo, íntimamente conectados entre todos, con la poesía como el más firme e indestructible hilo conductor.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Cartas a los amigos.)