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Es hora de morir… Islas delirantes.

Algunos versos del poema El barco ebrio (Le Bateau ivre) que el poeta francés Arthur Rimbaud, escribió con apenas 17 años de edad, regresaron hace unos meses a mi escritorio. Cuando era yo tan solo un colegial y mi hermana mayor estudiaba por aquellos días el melodioso idioma de La Marseillaise, un pequeño librillo de poemas de un tal Rimbaud me rompía todos los lápices… «Aprende, Yorch…» me decía mi hermana «Rimbaud con diecisiete años escribió este pedazo de poema… ¡¡¡espabila que no llegas a tiempo!!!»
Han sido unos meses de silencio pero para nada han sido ociosos. Trabajando, escribiendo como deseaba mi hermana y planificando quizás, con el oficio que te concede el haberlo hecho tantas veces, nuestra última gran mudanza familiar.

¡Yo he visto los archipiélagos siderales!
y las islas donde los cielos delirantes están abiertos al viajero.
¡Oh que mi quilla estalle!
¡Oh que yo me hunda en la mar!

Es hora de morir, de cerrar el cuaderno de viaje… quedar en la penumbra, regresar al anonimato, hacer las maletas y dejar atrás todas estas locas palabras buscando rimas en ojos ajenos, morir para nacer de nuevo en otro lugar, otro instante en una nueva misma vida.
Me pregunto que pasaría si abrieras tu diario y no encontraras a nadie allí esperándote, con todos tus recuerdos a salvo, a salvo incluso de ti mismo. Me pregunto si al abrirlo, te sintieras aún más vulnerable de lo que fuiste en aquel capítulo triste de tu primera despedida…
Me pregunto si las palabras envejecen conmigo o, como si fuesen vasijas de abrazos moldeadas, guardasen adolescentes todos mis secretos, toda mi juventud buscando su segunda parte entre el dormitar de versos viejos y el palpitar reciente de un viejo poeta en medio de la tormenta del día a día, ese goteo diario de emociones que convierte a la poesía en toda mi vida.

(JMPA Pink Panzer Korps – Es hora de partir.)


«Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo, incierto y olvidado.
Naciendo, nuevamente, en cada día.»

(Ali Ahmad Said.)

«Me dicen que nuestras vidas no valen gran cosa,
Ellas pasan en un momento como se marchitan las rosas.
Me dicen que el tiempo que huye es miserable
Que de nuestras penas se hacen abrigos
Sin embargo alguien me dijo ….
Que me amabas todavía,
Es que alguien me dijo que me amabas todavía.
¿Sería posible entonces?…»

(Letra de la canción «Quelqu’un M’a Dit» compuesta y cantada por Carla Bruni.)

Ella tiene un laberinto en su piel…

Dentro del laberinto del amor, lo normal es perderse entre sus calles y encrucijadas pero quizás lo más importante es reconocer que te has perdido y aceptar la ayuda que te prestan para salir del enredo.

Puedes entrar y perderte sin pareja y salir acompañado y puedes salir solo también… o descubrir que tres no son multitud o que entre cuatro, el laberinto no se hace tan largo y que perderse en él puede ser sumamente placentero… y si me lees, sabrás de lo que hablo, no hay que dar más pistas.

En aquella isla del mar mediterráneo, un compañero de milicias se perdió en un laberinto del que no quiso salir. Cuando me dí cuenta de su doble vida ya era tarde para el castillo de naipes que había construido. Tampoco le gustó que yo decidiera no poner ni una sola carta más en aquella montaña de mentiras, por mucho que me lo rogara con sus insistentes argumentos. No quiso hablar y yo no quise callar.

Malas decisiones. Finalmente decidió romper… pero romper conmigo. No sirvió de nada. Su mujer soltó amarras nada más enterarse de los años de falsedad en los que había vivido.

Es sorprendente, mirando ahora hacia atrás, repasar nuestro recorrido por el mundo y mi tendencia a escoger destinos perdidos en medio del mar mediterráneo y ahora aquí en el atlántico, casi rozando a esa imaginaria y poética línea del trópico de cáncer… qué curiosa coincidencia.

«Y si el mayor castigo fuera
condenarte a mentir sin vida
fingir amor, pasión con ella
borrando el color de tus ojos
devorando esa alma sin guía
para huir sin cerrar la herida.
..»

(JMPA Pink Panzer Korps – Extracto de «El ladrón y el soldado» 1982)

Otros laberintos de Pink y Korps…

«Tú me sorprendes, cada día, como muñeca mil veces en si misma escondida«

(JMPA Pink Panzer Yorch – Despedida – Je l’aime à mourir)

Su cuerpo me habla… piernas extraordinarias.

«Teme que el barro crezca en un momento, teme que crezca y suba y cubra tierna, tierna y celosamente tu tobillo de junco, mi tormento, teme que inunde el nardo de tu pierna y crezca más y ascienda hasta tu frente.»

(Miguel Hernández)

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  Entre mis caderas, pulsando sus muslos de acero y seda, sus piernas extraordinarias me hablan de amor. Mi mente abierta al torrente de mis sentimientos, persigue delirante germinar en esas semillas de sensaciones nuevas que con violencia se despiertan en mi interior. Acordes de guerra, piel de tambores resuenan al albor de mis sienes, mientras violines rosas tensan sus cuerdas dejándose arañar por dos arcos sin miedo a las flechas.

   No hay traje para este viaje que pueda contener este destino de quejidos sin dolor ni tormento. La velocidad me arrastra bajo tus letras secretas y tus notas en deseo sostenidas entre tus manos traviesas, rompen con tus uñas, las siete costuras de mis lamentos.

   Entre mis muslos, pulsando sus caderas de cerezo y ginebra, sus piernassolo un cuerpo interminables, me hablan de ese placer, mucho antes de nacer el primer desvelo, el hambre, el llanto o la duda. Nada existe cuando sus piernas te rodean, cuando constriñen tus  riñones con el peso de todas tus guerras y todo desaparece, porque solo ELLA existe, solo ella me arranca el corazón y me concede el milagro de observarlo palpitar como un loco sin cura, ensangrentando la mesilla con versos de negro, rosa y azul de locura intenso. Y sigue apretando, como fiera a su presa, y me pide el alma y se la lleva con mi aliento al paraíso de su vientre perfecto y ardiente, mientras la furia de la pasión se me derrama en  mil fuentes y diez mil senderos de luz guían mis ojos hasta los suyos donde vivo y muero, cada día en que su cuerpo me habla… incluso en la distancia de esta noche que dura ya cien días.

   Manos de agua humedeciendo la madera de mis imperfecciones, doblando sin romperme los huesos de la ira, apaciguando el volcán en guardia de mis estériles deseos de venganza… Manos que a otras manos enseñan el poder de las caricias, dulce agonía de mis silencios que rompo, casi en la inconsciencia, pidiendo clemencia entre sus piernas extraordinarias.

(JMPA Pink Panzer Korps Piernas Extraordinarias…)

«Doscientos veintidós días de luz
Serán deseados por una noche,
Un instante para la obra del poeta
Hasta que ya no quede nada que decir…»
(Texto de Sleeping sun – Nightwish)

Entre los pliegues de tu jardín, cada flor es perfecta.

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(JMPA Pink Panzer Korps in love)

El lenguaje secreto… Las cuatro cartas.

“Las esmeraldas de mis ojos tristes aguardan tus pupilas de bohemio, y mis manos germinan las caricias que brotan al contacto de tus dedos.”

(Laura Victoria, seudónimo de Gertrudis Peñuela – escritora)

Jorge y Pury

Las cuatro cartas mágicas del amor por sorpresa.

   En la casa de Korps, existe todo un lenguaje secreto que mantiene al mundo de los sentimientos a salvo del viento frío de la realidad. Fuera de la casa, las almas escuchan tras las ventanas, intentando descifrar la clave que mantiene a salvo el misterio. Mientras todo ello transcurre en silencio, dos bailarines alzan el vuelo y cuatro cartas iluminan el cielo…

Primera Carta: El cruce de miradas.

«Con tu mirada provocarás su sed, hasta que su cuerpo suplique beber de tu boca…»

(©The Pink Panzer book of The Blind Caresses)

Biker Pink Yorch   Dos miradas que se cruzan como un abrazo en la distancia. Tan solo unos segundos bastarán para que la magia convierta tu estómago en un rosal lleno de mariposas revoloteando entre sus pétalos. Minutos, horas y días de juego, de miradas intensas, de abanicos de timidez decorados, de pupilas clavadas con descaro en todas las formas de tu cuerpo, al mismo tiempo que imaginas tus manos bajo su ropa… deshaciendo con tus dedos las migas del deseo.

 

Segunda Carta: El abrazo inesperado.

«Tu abrazo será el único reflejo del amor verdadero…
Si no amas, no abraces, porque te delatarás.»

(©The Pink Panzer book of The Blind Caresses)

  Pocas cosas hay más gratificantes que sentirse a salvo, protegido, inmerso en un gran abrazo inesperado.

Pink Panzer love

   Lo cierto es que no es un manjar para todos los gustos. El abrazo inesperado exige entrega de quien lo recibe… Exige ceder los códigos de tus defensas, las llaves de tus puertas, el control absoluto del habitual rechazo al roce con lo desconocido y entregar el control de ese último y más privado espacio que te separa del resto del mundo. Sin embargo, una vez que te dejas, te abandonas y disfrutas de su aroma, el abrazo inesperado será la flor que siempre desearás en el jardín de tus afectos.

 

Tercera Carta: La caricia ciega.

«Cada una de tus caricias serán como palabras
nunca escritas sobre su piel…»

(©The Pink Panzer book of The Blind Caresses)

   El roce de unos labios, es la carta más poderosa de la casa de las caricias ciegas, la puerta de entrada al paraíso.

Ella Paradise   El beso en la espalda, en la nuca, en el cuello, de forma lenta y delicada, exige aceptación, control y confianza de quien lo recibe, para no girarse y romper la magia en el primer segundo. Delicadeza, ternura, suavidad hasta el extremo de ser el aliento mismo quien trasmita el sensual contacto del calor de los labios… estas son las condiciones a cumplir si eres tú quien ponga en juego esta carta o cuando con los ojos cerrados, abandonas toda defensa y dejas tu cuerpo en las manos de esa persona que adora los suspiros que tu estremecido placer le regala.

 

Cuarta Carta: La pequeña muerte… compartida.

«En el éxtasis del placer, perderás la vida y tú tendrás la suya,
en el mismo suspiro y en idéntica renuncia…»

 (©The Pink Panzer book of The Blind Caresses)

«Red tree» By Nagy Norbert Concept artist - illustrator ( freelancer ) From Cluj - Napoca, Romania

   Las Cuatro Cartas del AMOR por sorpresa, no tratan de un amor naciente, inesperado, virgen aún de recorrido y experiencias. Muy al contrario, las Cuatro Cartas tratan de un amor que nace en cada instante de cada día, habla sobre el éxtasis que se convierte en explosión de afectos renovados, inesperados, que la sorpresa del cariño nos llega en un abrazo trasformado, trata de las caricias que hacen vibrar la carne cuarenta años después de la primera mirada, pues, hemos aprendido que no hay ni una sola caricia igual a la anterior, pues el amor crea nuevos mundos cuando cerramos los ojos y nuestras mentes vuelan juntas dominando el espacio rebosante de caricias ciegas.

Pink Panzer Korps Tatoo

Dos bailarines alzan el vuelo…

Casida de la rosa

La rosa
no buscaba la aurora:
Casi eterna en su ramo
buscaba otra cosa.

La rosa
no buscaba ni ciencia ni sombra:
Confín de carne y sueño
buscaba otra cosa.

La rosa
no buscaba la rosa:
Inmóvil por el cielo
¡buscaba otra cosa!

(Federico García Lorca)

No te vayas… África Korps.

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No me cortes, soy flor de un día. Mi aroma se libera con tu poesía, con tus labios recorriendo mi vida. No me cortes, no me arranques, pues, en tus manos moriría.

(JMPA Pink Panzer Korps in Love)

photo_2018-03-20_21-21-36   La traviesa escritora de mi vida quiso que se cruzara en mi camino, una vez más, aquella pareja de enamorados sentada ante el ventanal de mi café favorito en París. Mientras esperaba por Ricard, el camarero, no podía dejar de observarles. Imposible escuchar sus voces entre el bullicio del local pero el movimiento de sus labios, hacía volar mi imaginación rellenando aquella muda obra de teatro que ante mis ojos representaban…

   «»Lo sé. Prometí no hacerlo pero no puedo evitar pedírtelo; No te vayas… Con tu ausencia regresará el suplicio de aprender silencios nuevos, a verte reflejada en miradas extrañas… solo veo torturas en mi corazón de las que ya me lamento. Se que tienes tus razones. Tus ideales ya fueron poderosas alas en manos del destino, y ahora, de sólida madurez cincelada, tus ideas son igual de poderosas que tus sueños cuando, siendo una niña pequeña, deseabas ser misionera en África… No te vayas, no ahora que he aprendido a cubrir tu espalda de mis propios peligros.

photo_2018-03-20_21-21-26   Cierra los ojos e imagina cómo se puede comenzar el día sin que un amanecer rompa el velo negro de la noche… así serán mis días sin ti. Lo sé, prometí no pedirlo pero soy débil, tan débil cerca de ti como lejos estoy del futuro que persigues en la distancia.

   Qué será de todos esos versos que nacen cuando tu cuerpo busca venganza entre mis caricias. Qué será de nuestros deseos cuando, entre suspiros trenzados, me pidas «hazme el amor una vez más»… No te vayas, o llévame contigo, escondido bajo la solapa de tu abrigo, llévame en tu piel fundido, a esas tierras ardientes al otro lado del mundo. Nada más te pido, mientras juegas con mi nariz que solo desea enterrarse en tu ombligo.»»

   Fueron dos las tazas de café que me tomé en aquella tarde mientras desintoxicaba mi alma inventando doblajes de cine en un mundo demasiado real. Dos jóvenes y anónimos actores  cruzándose en mi destino, por el amor tocados, quizás enamorados de París.

– Vous travaillez toujours, M. Pink ? Ne vous inquiétez pas pour la facture, je vous invite aujourd’hui…

   Cogí mi libro y mis reflexiones dando las gracias a mi amigo Ricard por su invitación y salí del café Borgia calle abajo, despacio, disfrutando del sonido de mis pasos sobre el adoquinado del invernal callejón donde me esperaba, impasible y fría, mi solitaria habitación.

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Se que pensarás en mí, en alguna parte muy lejos de aquí… mientras, el universo se pliega sobre nuestros mundos, acerca cuerpos a la hoguera y funde almas gemelas en la misma caricia…

(JMPA Pink Panzer Korps in everlasting love)

El Arte de la Caricia… Ternura extraordinaria.

«Los aromas, son la llave de todos los sentidos»

(JMPA Pink Panzer Yorch – Pinking in love.)

   Bienvenido a esta historia, sea como fuere la forma en que hayas llegado. Para entender como germina esta complicada orquídea, deberías leer el comienzo de esta ficticia muestra de realidad trastornada… Aquí tienes unos muslos extraordinarios.

Si ya lo leíste, esta es la continuación… prometida.

   Tras una rápida y energizante ducha, mi amigo «Walter» y yo, con las toallas rápidamente viajando arriba y abajo por nuestras masculinas geografías, no hacíamos otra cosa que buscarnos con la mirada intentando encontrar el uno en el otro, una señal de alarma o recelo en nuestro semblante, señal que yo no percibí y que tampoco le mostré en ningún momento porque simplemente, no existía.

¿Preparado para nuevas experiencias, Pink?
Nunca se está suficientemente preparado, Walter – le contesté mientras intercambiábamos sendas sonrisas, con las toallas enrolladas a nuestra cintura y listos para terminar lo que tan exultantemente bien, habíamos empezado en la terraza.

love-respect   La primera sorpresa la encontramos nada más abrir la puerta del amplio dormitorio. Distribuido por el suelo y los muebles de la habitación, un pequeño ejército de diminutos vasitos con velas de colores iluminaban tenuemente la estancia, y como sacadas de una ilustración del manual «El Arte de la Caricia», allí estaban ellas esperando. Pasados esos iniciales segundos de conmoción, solo teníamos ojos para las mareantes curvas de dos rutilantes cuerpos de mujer tendidos sobre el raso azul de aquella inmensa cama, únicamente ataviados con un leve foulard con el que se vendaron los ojos. El brillo sedoso de sus cuerpos titilando entre luces y sombras al ritmo de las llamas de las velas casi me hace pasar por alto la primera señal; El foulard de Ella, inconfundiblemente rosa y con el bordado de Roberto Verino en su extremo. Hacía al menos cinco años que se lo había regalado y no, en mi mundo las casualidades no existen…

   Aquella cama era una vieja conocida. Casi cuadrada, con más de dos metros de largo y ancho, Walter, mi buen amigo, la había comprado exactamente igual que la mía. A sus pies, junto a cuatro de aquellas atrayentes velas, reconocí uno de mis frascos de cristal con aceite aromático que uso en mis masajes… ¡Jazmín!, no podía ser otro, ¡que excelente elección! ¿Otra casualidad? Pues no, ya lo saben, las casualidades no existen.

tres-en-la-cama   Intercambiando una última mirada de complicidad con Walter, me inclino y tomo en mi mano el brillante frasco de aceite mientras dejo caer mi toalla al suelo. Frente a mí, un esbelto cuerpo de mujer me esperaba, aquel desconocido que, apenas una hora antes, con sus manos me torturaba sobre una colchoneta a la luz de la luna nueva. ¿Su nombre? Elsa.

   Como ya había hecho en tantas y tantas ocasiones, vertí un poco de aceite en mi mano para quitarle ese puntito de frío que tanto incomoda y sin perder un segundo le cedí la botellita a mi amigo que, cautivado como yo ante la visión de aquellos dos culos extraordinarios, copiaba mis pasos llenándose las manos y sus pies también, del aromático aceite.

el-blog-en-la-mano   Es algo indescriptible que necesitas vivirlo. Las palabras pueden dibujar la situación, personajes, contexto… pero ¿como transcribes unas sensaciones que ni tú mismo conocías que existían? La cercanía de nuestros cuerpos nos permitía gozar a la vez de la visión de aquellas dos seductoras hembras rebosantes de dulces feromonas. Con toda la delicadeza del mundo y sin ninguna prisa, empecé, mejor dicho, empezamos acariciando cada uno de nosotros, los tobillos de la mujer que la luna nos puso en aquella enorme bandeja de raso.

   El aroma a jazmín ya se había adueñado de la estancia. Cuatro manos viajaban sincronizadas por los cuerpos de nuestras preciosas mujeres, arrancando sus primeros suspiros a ciegas. Por instantes, parecíamos manejar el uno las manos del otro, como aquellos extraños seres controlados a distancia por  la mente de los humanos en la película de  Avatar. Pero la realidad era mucho más intensa. Eran mis manos las que subían por las piernas de Elsa al mismo tiempo que Walter lo hacía con Ella, calcando los mismos movimientos, la misma cadencia, casi sobre la misma piel enervada… Instantes de íntima fascinación compartida al borde mismo de la locura, instantes que ya están a fuego grabados en la memoria. Imposible ya olvidarlos.

  Super sexy gallega.png Me concentro en el recorrido del masaje. Subo mordiendo con los dedos la cara oculta de los muslos de Elsa hasta llegar a sus firmes glúteos, donde requiebro el movimiento buscando sus caderas e iniciar de nuevo el camino de regreso hasta sus tobillos. Con cada trayectoria de ascenso hasta las cumbres, unos labios jamás vistos por mis ojos parecían querer hipnotizarme, como pétalos de rosas hablándole al viento, jugando conmigo al escondite cuando mis manos movían sus nalgas… una y otra vez.

   La audacia ya se apodera de nuestra voluntad y anula cualquier atisbo de pudorosa resistencia. Una parte de mi cuerpo hace tiempo que tiene vida propia y no hace otra cosa más que explorar y tropezar en cada movimiento que hago. Tomo un poco más de aceite y de rodillas en la cama, con las piernas de Elsa en medio de las mías, avanzo un poco más y me deleito con su espalda y su nuca. A mi izquierda, Walter arranca un profundo suspiro de Ella, mi chica, a la que ataca con pequeños mordiscos en sus hombros y en su cuello… y también con su mano derecha saboreando la turgencia de su pecho. ¡Walter no pierde el tiempo!

tantragroup   Me siento sobre los muslos de Elsa y dejo que mis manos resbalen por sus hombros y brazos en cruz en busca de sus manos. Mi pecho se acerca, se une con su espalda y mi otro yo, duro como el dolor, quiere ya explorar sus rincones más húmedos y escondidos. Elsa «lo nota» y levanta rítmicamente sus nalgas golpeando mi pubis, lo que enerva aún más a mi ciego explorador, que a punto está de encontrar el camino a la gloria.

   En un rápido movimiento, Elsa se gira entre mis piernas, se quita el foulard de los ojos y los clava en los míos durante unos eternos segundos… abrazados, me besa levemente en la boca y sonríe con absoluta naturalidad mientras me susurra al oído…
– Pink, ponte de espaldas, déjame a mí encima, por favor…-

   Ella, -el amor de mi vida- y la roca de Walter ya ensayaban la letra y música de su propio «Love Story» en aquella cama llena de pasión. Los minutos pasaban y nuestras manos, nuestras piernas, en colosal revoltijo aquí y allá tropezaban y nos tocábamos en una perfecta tempestad de caricias, giros, movimientos y posturas. «El Arte de Caricia» en su sexta lección nos enseña, «La caricia inesperada, siempre debe ser deseada». Poco a poco, aprendí a diferenciar sus manos, aún con los ojos cerrados, entre gemidos y suspiros, con el corazón galopando en mi pecho, aún así, sabía de quien era cada caricia y todas, todas eran deseadas.

¿Pink, recuerdas el capítulo ocho, el símbolo del amor infinito? Me dijo Elsa mientras se elevaba con sus rodillas al costado de mi vientre y se dejaba caer suavemente sobre mí, hasta dejarme a la puerta de su pequeño paraíso.

   La visión de Elsa sentada sobre mis abdominales, era espectacular. Sus pechos eran algo más pequeños que los de mi niña pero perfectos en su forma, su tacto, blancos por la falta de sol en su piel sobre la que resaltaban dos guardianes bermellones tan duros en mi boca que podrían cortar el cristal de las ventanas. Walter, apenas a un metro de mí, no paraba de masajear y succionar con ruidoso deleite los hermosos pechos de mi niña que me sonreía con una pícara y excitante expresión en sus labios. No había duda de que los cuatro estábamos realmente muy coordinados.

«Siete veces llamarás a la puerta para poder entrar y romper el silencio», ese es el capítulo ocho,- le dije a Elsa, lleno de frenético entusiasmo.
Pues ahí lo tienes, Pink, ya me tienes, mi cielo… llama a mi puerta, llama ya…

   Y de verdad que empecé a ver el mismísimo cielo cumpliendo su deseo. Una, dos, tres… apenas sentía el calor interior de su cuerpo y con cada gemido, Elsa estiraba un poco sus piernas hasta casi perder el contacto de mi miembro con sus húmedos labios… cuatro, cinco, seis, siete… Cada vez lo hacía más lento y con cada intento, se mostraba más y más excitada. El ocho vendría para romper el silencio y ¡vaya si lo rompió! Lentamente se dejó caer para clavarme por completo en su suave interior mientras un temblor recorría todo su cuerpo y desde el fondo de su pecho salía un poderoso y complacido grito de auténtico placer.

– Oh, siii ya, ya Pink, ya… – Me susurraba entre espasmos mientras yo intentaba no explotar dentro de aquel volcán de mujer, moviéndome adentro y afuera lentamente para prolongar en Elsa, toda aquella dulce agonía que tanto me complacía escuchar.

   Walter se giró hacia su mujer y con un sonoro y emocionado – Cariño, cariño… la besó repetidamente en la boca , mientras yo alargaba mi brazo derecho buscando los pechos de mi chica y con el izquierdo acariciaba los de Elsa, que aún seguía arriba y abajo por el mástil de mi velero, disfrutando y haciéndome disfrutar.

   Los espasmos de Elsa cesaron y Walter regresó aun más loco de pasión sobre mi chica mientras su mujer, liberándome de sus entrañas, se acercó gateando, con sus pechos rozando mi cara y dejando finalmente, su brillante y depilado pubis al alcance de mi boca.

mil-manos-espalda   Era un deleite para todos mis sentidos. Mientras mordisqueaba sus pequeños y sonrosados labios, podía escuchar los gemidos de mi niña, arrancados por los potentes envites que mi amigo Walter le dedicaba en distintas y asiáticas posturas. Retorcía yo entre mis labios un clítoris que pasaba por allí cuando percibo que Ella, mi chica, a gatas y con Walter enganchado a sus caderas, se arrima por detrás de Elsa y toma entre sus manos a mi pobre bastón, que empezaba ya a languidecer por falta de estímulos. De inmediato noto su aliento, su lengua, sus dientes surcando mi piel más escondida. Yo y mi glande reventamos de ganas de ser suyos una vez más. El enésimo empujón de Walter hace que mi carne entre de golpe en la boca de mi niña y la locura se desata una vez más. Ella sabe mejor que nadie como acabar conmigo y con su lengua haciendo diabluras, siento que voy a estallar en cualquier momento. Cinco, seis, siete… Walter sigue con su cadencia bien aprendida y Ella me suelta para estallar y derrumbarse sobre mis piernas en un brutal orgasmo que hace vibrar la cama. Walter se tumba sobre su espalda y sigue empujando y arrancando gemidos de placer a mi niña mientras intento concentrarme en el sabroso «lacasito» de carne con el que juega mi lengua desde hace un buen rato.

   El Arte de la Caricia, en su capítulo 12 describía, «En el amor, la ternura será el tercer sexo». El libro parecía predecir todo lo que allí ocurriría, incluso en este aparentemente complicado capítulo. Elsa empezaba a dar muestras de encontrarse a las puertas del cielo. Su vientre temblaba y su respiración entrecortada anunciaba su llegada. De improviso, noto como una recia mano acaricia primero y se agarra después, con exquisito tacto, a mi revolucionado y sensible escroto. Casi sin tiempo de reacción, otra boca que no era la de mi mujer se abalanza sobre mi pene y con una inexperta e indescriptible ternura, me abraza con sus labios y me hace desaparecer de este mundo… En milésimas de segundo decides lo que está bien, lo que está mal… Elegí el imperio de la ternura sobre cualquier otra cosa que me rondara la cabeza en aquel dulce instante… y eran muchas, creedme.

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   Yo intento confirmar mis sensaciones apartando un poco a Elsa para poder ver lo que ocurre tras el telón de su espalda, pero me sujeta con sus manos la cara y me ruega que continúe, apretando su vulva contra mi cara. No tenía dudas pero, a veces, necesitas ver para creer. Bien, pues ya está, creo que «voooy» a explotar, lo noto, no aguantaré mucho más. La apabullante tormenta de sensaciones llegará para barrernos literalmente de gozo a los cuatro amigos. Elsa estalla en otro tremendo orgasmo sobre mi boca que no hace más que excitarme aún más y agarrándome a sus pechos, reviento al fin sin control en un enorme, largo y maravilloso orgasmo, mezclando mis aullidos con los gemidos de la gata que arañaba mis costados. En algún descontrolado empujón final, provoco que Walter se atragante y suelte su presa, pero aún con su mano siguió arrancándome electrizantes espasmos de placer mientras él comenzaba a jadear y galopar ayudado por las caderas de mi preciosa niña. Juntos alcanzaron el clímax fusionando sus gemidos y quejidos con los fuertes espasmos de un Walter desconocido para mí, un Walter que no dejaba de acariciarme con su mano izquierda… con una ternura extraordinaria.

   La noche fue larga, fue inmensamente larga, tanto que duró más de un día… El manual del El Arte de la Caricia aún tenía un último capítulo pendiente pero, necesitaríamos el resto de nuestras vidas para cumplir con sus preceptos. En ello estamos, inventando caricias nuevas, ¿no es verdad, queridos amigos?

«Primero besas su mente, luego su cuerpo te sigue… hasta el fin»

    Nombres, situaciones y lugares han sido cambiados para que la realidad no se parezca en nada a lo que aquí me invento. La búsqueda de la verdad es algo íntimamente ligado a la condición humana. Dicen los expertos que nuestras comunicaciones son esencialmente inferenciales, es decir, que toda comunicación verbal consta de una parte codificada y de otra que es producto de inferencias, de ciertos procesos mentales que llevan a conclusiones, dependiendo del contexto en que son producidos. No es nada nuevo que oculto cosas entre mis letras y también es verdad que tu mente creerá encontrar pistas escondidas jugando con tus emociones y eso, eso es esencialmente bueno. Disfruta de la vida, pues desgraciadamente, no tenemos más.

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El masajista fiel… La decisión final de Sophie. (3ª parte)

Cuenta la leyenda que en el reino de Korps, una crisálida no quiso ser mariposa. En su lugar, una poesía se convirtió en prosa y una verdad inquietante, en mentira piadosa…

( Pink Panzer Korps presents…Raising sun for Sophie. )

Raising sun for Sophie

Mujer en pie tul contraluz Era de noche pero en aquella habitación, dos mujeres se bastaban para iluminar sus cuatro paredes, como si de repente, se hubiera hecho de día. Sus ojos brillaban como soles amaneciendo sobre el mar de nuestras islas. La señal me llegó cuando dejaron de llorar, con aquel abrasador beso capaz de fundir el hielo de mi nevera. Fue entonces cuando decidí dejarlas un momento a solas e irme sin hacer ruido a por unas cervezas…

Nunca había sentido a Sophie tan profundamente unida a mi ser como en aquellos eternos segundos en los que, con aquella bata blanca que apenas conseguía contener sus pechos, me abrazó hasta que rompimos juntas a llorar. Como dos tontas nos quitamos las lágrimas de los ojos, la una a la otra, con nuestras manos, entre risas, entre caricias, con mis ojos clavados en los suyos…y toda ella en los míos.

– Espera, Greta me dijo con aquella voz que me hipnotizaba – Aún te queda una aquí…- y me besó en la mejilla estremeciendo mi nuca, mi espalda, mi alma. Con mi corazón totalmente desbocado, Sophie cerró aún más la distancia que nos separaba y puso sus labios al alcance de los míos, como rogando mi permiso para romper aquel milímetro de aire que nos separaba, el permiso que ya tenía desde el primer día que la conocí.

La luz, la música, el universo entero desapareció cuando tuve su boca a mi alcance y la besé por primera vez en los labios. Fue entonces cuando sentí correr por mis venas aquella avalancha de sensual ternura con la que Greta me correspondía. Temblando como dos cometas al viento, con nuestros pechos intercalados en aquel abrazo que parecía no tener fin, me di cuenta de que la decisión estaba tomada y era la correcta. Los brazos de Greta no eran un refugio. Era Ella, toda ella era el refugio que yo buscaba, y sus brazos el balcón al que asomarme para ver el mundo, definitivamente, con otros ojos.

Pinker manus massage

Chicas ¿Estáis bien?, ¿Os apetece una buena cerveza y darle un poco de conversación a vuestro masajista? – Les pregunté a mis dos invitadas, asomándome al pasillo con tres 1906 Red Vintage en la cubitera… Si, lo presentía. La ocasión merecía dejarles espacio, tiempo y también mi mejor cerveza para celebrarlo y no iban a ser las únicas que disfrutaríamos aquella noche bajo dos nuevas estrellas.

Perdón, perdón, por favor, vente con nosotras que ya hemos abusado bastante de ti. – le dije a Yorch mientras Greta me ajustaba la bata con el travieso cinturón que, entre tantos besos y abrazos, se había caído al suelo.

– Trae esas cervezas que tenemos mucho de lo que hablar – Le dije casi al mismo tiempo que la puerta se abría, con aquellos pies descalzos sorprendiéndome una vez más con el silencio de sus pasos. La sonrisa de Yorch era de esas francas, de las que no te dejan dudas y si alguna le quedaba, no dejaríamos que duraran mas allá de dos cervezas…

El trabajo de Sophie, productora y diseñadora de campañas publicitarias, la puso en contacto con la directora de una gran empresa europea de gimnasios exclusivos para mujeres. Durante el diseño de sus últimas campañas publicitarias para estos gimnasios, entre ambas surgió una buena amistad que llevó a Agnes, la directora, a ofrecerle la dirección del proyecto de apertura y gestión de uno de sus nuevos locales en las islas. Pero Sophie, que acababa de cortar su relación con el italiano, no se sintió con fuerzas de afrontar semejante reto y no aceptó.

Ellas unidas mujeres dos

Hace unos meses me lo volvió a recordar y mañana mismo voy a llamarla para aceptar. Se que espera mi llamada y por eso me atrevo desde ya a ofrecerte que trabajes conmigo. Si Greta acepta, me gustaría que los dos me ayudarais en esta aventura. Yo me encargo del tema económico con Agnes y tú te encargas en exclusiva del apartado de masajes, dentro de la sección de Salud & Wellnes que Agnes me explicó que desarrollan en sus centros deportivos…

El ofrecimiento de Sophie me sorprendió pero acepté al momento. El reto era demasiado cautivador y no lo iba a dejar pasar. Greta estaba entusiasmada con la fulgurante velocidad de los acontecimientos pero nada, absolutamente nada salió mal de lo mucho que se acordó aquella larga noche. El trato incluía una tarde de masaje a la semana, enteramente reservada para ellas dos. No me sorprendió la especial «cláusula» de mi contrato y cuando el proyecto se convirtió en pujante realidad, aquellas tardes se convertían en pura terapia de grupo. En una de aquellas sesiones, ya con la noche llamando a mis ventanas, una última decisión se tendría que tomar. Muchos meses después de que todo empezara, ese «todo» comenzó de nuevo, una vez más… sobre una camilla de masaje.

– Yorch… Greta y yo queremos pedirte algo… Dijo Sophie con aquel tono seductor que tanto encandilaba a Greta…

– Vosotras me diréis, pero si es por cenar, me niego a pedir pizza otra vez…

– Esta noche, si no estás muy cansado, a las dos nos gustaría quedarnos y darte un masaje…y luego, si eso, ya cenamos.

Bueno, pues aquella noche si que me sorprendieron, o tal vez no lo hicieron y solo fue un sueño fruto del cansancio…

Han intervenido, por orden de aparición en este mundo:

– Soy Greta. Di mi permiso para que esta historia saliera a la luz. Soy parte de ella, y ella ya es parte de mi… y no hablo de la historia.

– Soy Sophie y mi historia no es solo mía. Las decisiones, igual que una simple y aislada gota de agua cayendo en un estanque, pueden provocar miles de ondas y con ellas alcanzar, arenas de lejanas y desconocidas playas.

– Y yo soy Yorch, Pink Panzer Yorch, el masajista escribano y fiel… fiel guardián de esta historia, hasta donde se puede contar.

Cuando tocas una guitarra, la magia sucede cuando en vez de sonidos, le arrancas lamentos a cada una de sus cuerdas.

(JMPA Pink Panzer Yorch)

El buen pastor… El buen francés…

Martin Niemöller (1892–1984), un cura protestante de la Alemania de Hittler, en uno de sus sermones en la Semana Santa de 1946, dijo lo siguiente ante sus atentos feligreses:

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.”

En su pequeño pueblo muy cerca de Cabrales y de cuyo nombre no debo acordarme, a Colás, el pastor, también lo conocían por sus apodos de «Colanas» (juego de palabras con la «lana» de sus ovejas) y por su no menos conocido «El Colas», sobrenombre concedido por méritos propios, según atestiguaban los miembros de su pandilla que, aprovechando aquellos baños sin ropa ni vergüenza que les tapase, se dieron durante un par de largos veranos en las pozas de agua cristalina del río Casaño.

Desfiladero del rio casano Puente Pompedru

Los ojos como platos por el asombro de aquellos jóvenes zagales y su juvenil incontinencia verbal, solo hicieron acrecentar la merecida leyenda de «El Colas» (sin acento, les aclaro) entre la población femenina del lugar.

Colás se dedicaba al pastoreo de ovejas desde que a los trece años, su padre, marinero ocasional y pastor por amor, se muriese en medio del monte de un fulminante infarto de corazón. Stian, que así se llamaba su padre, lo encontraron una semana después de fallecer, gracias a que uno de sus perros llegó solo y hambriento al pueblo. Allí acabó la historia de «El Sebas» (otra vez los del pueblo… Stian se transformó en Sebastian… el Sebas), un rubio y fornido noruego de casi dos metros de altura que desde el puerto de Gijón, ascendió a la comarca de Cabrales detrás de las faldas de la hermosa Raquel, su esposa poco tiempo después y nueve meses más tarde, la madre de Colás, el protagonista de esta historia.

Colás le sacaba más de una cabeza a los dos Guardias Civiles que le llevaban esposado camino del cuartelillo… pero antes de esto, su futuro empezó a escribirse muy lejos de allí. El destino quiso que, en la fría Noruega, una tía suya le dejara una más que importante suma de dinero y propiedades. Matías, el único cartero del pueblo y sobrino del alcalde, fue el encargado de acercarse con el aviso del Notario en la alforja, hasta los lejanos pastos donde Colás cuidaba de algo más de novecientas ovejas. Tres días de viaje a pie o un día a caballo saliendo bien temprano, esa era la forma de medir las distancias en aquellos años y por aquellos páramos. Fue Fabián, el herrero, el que cedió a su yegua recién herrada para que el cartero pudiera subir a las frías brañas, donde las ovejas pastan todos los años antes de la llegada del inverno.

Lago 2001 Mujer agua

Matías el cartero, no iría solo al encuentro. Compartiendo el lomo de la yegua del herrero, le acompañaba Yago, amigo y compañero de Colás en el cuidado del rebaño y que, por orden del patrón, se quedaría para sustituirle. A lomos de la dócil «Patucas» llegaron a los corrales de Breñas Altas rozando el anochecer. Los perros anunciaron con sus ladridos la llegada de los intrusos y Colás, escopeta en mano, salió del cobijo de la pequeña cabaña para recibirlos, contento y extrañado a partes iguales al reconocer a los integrantes de semejante pareja ecuestre.

Matías, acostumbrado durante largos años a la buena vida pegado a las faldas de su tío el alcalde, tenía una pronunciada y fofa barriga y menos aguante que un puente de tizas. Después de darle a leer la carta del Notario de Gijón y ponerle al corriente de los planes de regreso al pueblo, Matías se dedicó a pulirse el solito la sartén de migas con chorizo que tenía Colás para la cena. Entre cucharada y cucharada, no dejó de recordarle que su tío (el alcalde) se ocuparía de todo y le ayudaría en cualquier trámite o gestión relacionado con el cobro de su herencia.

Goyu (Gregorio) y Feru o el Ferrubio (Ceferino el rubio), fueron siempre uña y carne. Amigos con todas sus letras. Compañeros

Casaño baños
inseparables de pandilla, escuela y aventuras, para acabar siendo la pareja de guardias civiles que, cabizbajos por la calle central del pueblo, acompañaban a Colás el pastor, ahora en su incómodo papel de detenido, muy incómodo para él pero aun más vergonzoso para sus dos amigos.

Despachada la sartén de migas, Matías fue el primero en probar el jergón relleno de paja y echarse a dormir. Colás y Yago, después de ponerse al corriente de las últimas noticias del pueblo, acompañaron al flojo de Matías, que ya navegaba a toda vela entre sueños y ronquidos dignos del mejor de los rocinantes.

Cuando a la mañana siguiente Matías recuperó la consciencia , se encontró solo en la cabaña… No tuvo que esforzarse en buscar mucho, pues en la trasera del establo adyacente, en el almacén y refugio para los corderos recién nacidos, se encontró a Yago de rodillas ejecutando un perfecto y madrugador francés, sobre la afamada herramienta de su buen amigo Colás… y Matías, el imprevisible Matías, retrocedió sin hacer ruido, mascullando la valiosa información obtenida, grabando la escena en su memoria, con la palabra «traición» taladrando su cerebro.

Malos tiempos aquellos para estrenar en España la versión pastoril de «Brokeback Mountain» . En el año 1954, la Ley de Vagos y Maleantes ya fue modificada para incluir a los homosexuales y cualquier pobre incauto que se les pareciera. Con o sin pruebas, bastaba solo la mera denuncia/sospecha para verte envuelto en una auténtica pesadilla.

Matías, sentado sobre la yegua a la espalda de Colas, deshaciendo ya el camino de regreso al pueblo, no perdió el tiempo en poner precio a su silencio. Pero su silencio era de ida y vuelta y Colás lo sabía. Le contestó con un evasivo «ya hablamos en el pueblo» pero fue Matías quien habló primero. Su tío, el alcalde y cacique del lugar, no sopesó el alcance de su denuncia intentando presionar por no decir extorsionar al pobre Colas, y todo ello para que le cediera el control como administrador de su reciente y nórdica fortuna.

Tras pasar tres días incomunicado en el cuartelillo de la Guardia Civil, las gestiones en secreto de Fabián (el herrero) con el Notario de Gijón dieron lugar al traslado de Colás a la capital. Un año después, tras la laboriosa intervención del más prestigioso e influyente bufete de abogados de la ciudad, con el apoyo de varios abogados del despacho de Garrigues en Madrid, Colás salió en libertad. Absuelto, sí, que no es lo mismo que en paz y rico, muy muy rico.

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Colás nunca fue homosexual. A él le encantaban las chicas y algunas mozas del pueblo y de la capital jamás podrían olvidarlo. Esto no le impidió disfrutar con total normalidad de las atenciones de algún buen amigo como Yago, o ser «cortejado» por el traidor de Matías dando calabazas a muchas de sus insinuaciones.

Diez años más tarde, Colás apareció por primera vez en el pueblo desde su salida de la cárcel. Por carta y teléfono mantuvo el contacto con muy poca gente. Con Fabián su salvador, el buen herrero que le ayudó en el peor momento de su vida. Con Yago, por supuesto, y con la bella Raquel, hija del panadero y ahora su mujer, con la que se veía en secreto en Gijón apenas dos o tres veces al mes, gracias a los estudios que él mismo financiaba para ella, de acuerdo claro está, con su padre, el panadero, un hombre que nunca dejó de confiar en Colás y que consiguió engañar durante años a casi todo el vecindario por su hija. ¿Ya se dieron cuenta de que la hija se llamaba Raquel, como la madre de Colás? Bueno, pues así fue y esa es otra historia que tendría que contar… el panadero.

El pueblo entero estaba revolucionado. Muchos pasaban el día deshaciéndose en disculpas por su silencio, por no haber levantado la mano en su ayuda, por mirar hacia otro lado, por llevarle esposado por la calle… Seré breve. Matías se moría por abrazar a su viejo amigo recién llegado. Por eso aceptó sin vacilar la invitación de verse a solas con Colás en la trastienda de la herrería. Fue verlo y correr hacia él para casi fundirse en un desigual abrazo, por altura, por la barriga de Matías y por los continuos «perdóname» que salían de aquellos labios que aprovechaban la cercanía del abrazo para besar todo cuanto se ponía a su alcance.

Y con Matías en pleno éxtasis expiatorio de culpas, Colás lo giró vigorosamente inclinándolo sobre una bala de paja. Sin decir palabra, le bajó los pantalones, se enfundó la herramienta y de un solo empujón dejó al todavía cartero del pueblo, con el buzón a punto de reventar con tanto «correo».

Algo hermoso en tus ojos... Noche blanca.

¡¡¡Ouuohhhh siiiii,siiiii !!! Fabián el herrero, escuchando atento detrás de la puerta, supo que era el momento convenido y al Señor Eusebio, que esperaba extrañado en la pequeña oficina de la herrería, le dijo: «pase señor cura, Colás le están esperando en la trastienda…» Don Eusebio entró al granero para acto seguido, alucinar casi místicamente con aquella bizarra escena, aderezada por la «banda sonora» del pleno y brutal orgasmo de Matías, que con la cara enterrada en la bala de paja por los fuertes brazos de Colás, solo pudo escuchar como este pronunciaba… «Buenas tardes Don Eusebio, creo que Matías necesita una muy larga confesión… y usted imagino que también. Enseguida se lo mando».

Se me olvidó comentarles que Matías, mucho antes de ser cartero, ofició de monaguillo en la iglesia del pueblo, y a plena satisfacción del señor cura… Y aquí debo de concluir esta historia. Mi amigo Colás es feliz y hace feliz a mucha gente. Nombres, lugares y situaciones se han cambiando con el único fin de preservar la privacidad de los protagonistas, que habrán podido existir… o tal vez no, dado el serio trastorno mental que sufre quien les escribe… o no.

«A la montaña no se va a competir,
sino a aprender;
hay que leer mucho»
(Juan Luis Arsuaga).

Más quiero de ti... Juego de dos.

Llega un momento en que el invierno arrecia y debemos elegir quien ocupará nuestro corazón. Expulsar a quien me hace daño y dejar dentro a quien me da calor…

( La frase no puedo firmarla pues no es enteramente mía. La he construido a partir de la entrada del hermoso blog de Awilda Castillo y algunos de los comentarios que suscitó su entrada… pero me gusta mucho su mensaje, mi mensaje, el que me da calor… y así lo expreso.)

Preciosa y dulce niña… Reir como niños tomando un café.

Mi taza de café
(Música: Alfredo Malerba – Letra: Homero Manzi)
Inútil pesimismo, deseo de estar triste.
Manía de andar siempre pensando en el ayer.
Fantasmas del pasado que vuelven y que insisten
cuando en las tardes tomo mi taza de café
 ∼
  
 ∼

Ghost Song
(The Doors)

Awake        

Despierta
Shake dreams from your hair                  
Sacúdete los sueños de tu pelo
My pretty child, my sweet one.       
 Mi preciosa y dulce niña.
Choose the day and choose the sign of your day
 Elige el día y el signo para tu día       
The days divinity       
El día es divino.
First thing you see.                     
 La primera cosa que ves
A vast radiant beach                            
  Una inmensa y radiante playa
 in a cool jeweled moon                            
 en una bonita y adornada luna
Couples naked race down by its quiet side
 Parejas desnudas corren por sus tranquilos lados
And we laugh like soft, mad children                

Y reímos como dulces y locos niños

 

GHOST SONG
(LETRA COMPLETA DEL POEMA) 

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Más quiero de ti… Juego de dos.

Cuanto más tengo de ti, más
extraño lo que aún no
me has dado…
(JMPA Pink Panzer)

– Añoranza –

Cuanto más tengo de ti,
más extraño
lo que aún no me has dado.

Cuanto más me alejo de ti
más fuerte te busco
donde nadie te ha encontrado.

Cuanto más me verso en ti
más añoro las palabras
que aún no han nacido en mí.

Al fin, cuanto más pienso en ir
más febril llega el recuerdo
lo que aún no hemos vivido
y lo que nos queda por sentir.

(JMPA Pink Panzer Yorch – Poema nacido de los comentarios intercambiados con la poeta y amiga Ana Fernández)

Tango sublime… juego de dos.
.
“Sería ideal que en vez de mandar y ordenar, el hombre guiara galantemente a la mujer en el tiempo y el espacio, buscando el juego de a dos. Es decir, que procurara la contención del macho y no la represión dominante del machista virtuoso.

El que comprende que en los pares se pueden jugar distintos roles sin por eso ser más, o menos, baila otro tango, el sublime, el bienintencionado, el que creó el pueblo más humilde, el que dio origen a una nueva y más irrepetible danza…”

(“El Tango, una danza”, Rodolfo Dinzel)